¿Cuánto gastar en ciencia?

Esta es una pregunta que no tiene una respuesta clara. El gobierno se ha comprometido a doblar el porcentaje del producto dedicado a las ciencias y tecnología. Nunca me ha gustado ese enfoque que sugiere que basta destinar más recursos para mejorar el nivel de las ciencias: es un enfoque de insumos y no de resultados. Pero tiene dos ventajas: primero, se puede medir fácilmente, a diferencia de los resultados de la investigación, Por ejemplo, aunque se intenta medir los resultados de los investigadores contando papers, un buen artículo puede ser mucho más importante que cientos de trabajos efímeros, y no hay como determinar objetivamente la diferencia en calidad, sobre todo en el corto plazo de los concursos científicos.

La segunda ventaja de destinar un porcentaje del producto a la investigación es que es una propuesta que le encanta al mundo científico, que siempre clama por recursos. No es claro que  tal aumento de recursos pueda gastarse bien, al menos en el corto plazo. Pero tal estemos dispuestos a malgastar recursos por un tiempo porque eventualmente esto atrae más jóvenes a las ciencias, aumentando la masa crítica del sistema. De ser así, la política cientifica tendría alguna justificación.

Nota: Un economista diría que se deber gastar hasta que el costo marginal de recaudar impuestos adicionales para dedicarlos a la investigación iguala el beneficio de las contribuciones científicas generadas por un incremento marginal en los recursos. El problema es medir el segundo término (el beneficio marginal de la investigación), lo que es difícil, si no  imposible. Por lo tanto, se trata de un criterio útil, pero no implementable para determinar políticas.

Enlaces de hoy

Francia también tiene una educación clasista

El diario Liberation tiene un artículo que muestra que la educación francesa, en sus niveles más altos, es para la élite. Pero no para la élite normal, sino que la que tiene un padre profesor. Uno de cada dos alumnos del Polytechnique (la crema de la crema) es hijo de un profesor. Parece que ser hijo de un profesor ayuda debido a que solo ellos conocen los complejos y desconocidos trucos necesarios para ingresar a esta escuela.

En la igualitaria Francia, a principios de los 90 un niño de niveles populares tenía 1/23 de las posibilidades de un niño de niveles altos de ingresar a una de las Grandes Écoles donde se preparan las clases dirigentes francesas (el equivalente sería ingeniería o ingeniería comercial en las universidades de Chile y Católica, aunque ahora aparecen algunas universidades privadas). El 64% de los estudiantes en las Grandes Écoles tenía un padre que pertenecía a los cuadros superiores. Estas cifras son para el período 89-93, pero las cosas parecen haber empeorado. En efecto, se ha sesgado tanto la selección en los últimos años hacia los hijos de los profesores, que las clases altas ahora envían a sus hijos a estudiar al London School of Economics o en las universidades de EE.UU., porque saben que tienen pocas posibilidades de entrar en las instituciones de élite francesas, capturadas por los profesores.

Primera

R. Fischer

La idea de este blog es ser un poco cascarrabias económico, pero tratando de no ser doctrinario. Mis temas de interés en economía son:  comercio internacional, organización industrial y regulación, y finanzas corporativas. De vez en cuando me interesan otros temas, pero trataré de evitar la macroeconomía en lo posible.

En ocasiones hablaré de literatura, pasando desde la ciencia ficción hasta los clásicos, o de ciencias, o de  historia. Alguna vez tocaré otros temas pero trataré de evitar la política, en particular la política contingente.

Finalmente, espero no ser (demasiado) aburrido.