Mentiras y medias verdades

R. Fischer

No habría vuelto a escribir sobre el caso del Ministro de Hacienda y su actitud hacia la verdad, si no fuera porque un colega muy respetable me escribió criticando mi análisis. Según el, durante  el gobierno de Piñera se hacía algo similar, y más dañino que la nimiedad de esconder un dato, como lo hizo el Ministro en esta ocasión:

ArenasDatos

Creo que en esa respuesta hay cierto errores, sin considerar el hecho que responder que un conducta reprobable es aceptable porque otros hicieron lo mismo.

Quienes han seguido la trayectoria de Piñera saben que no está dispuesto a investigar demasiado la veracidad de una noticia o dato favorable. Siempre estuvo dispuesto a repetir cifras que le convenían, pese a que su fuentes no eran sólidas y en algunos casos se demostró eran falsas. Por ejemplo,  es probable que los porcentajes de tareas cumplidas en el caso de  la reconstrucción después del terremoto del 2010 eran exagerados, independientemente de que todo indica que el proceso funcionó bien, mejor de lo que podría haberse esperado.

Lo dos casos que mi colega enrostra a Piñera son importantes, pero me parece que no están en la categoría de esconder datos de estadísticas internacionales de nuestro actual Ministro. Primero, el caso de las mediciones de pobreza de la Casen, que fueron la causa que finalmente CEPAL se retirara del proceso (entre paréntesis, la participación de CEPAL en este tema es tema para otra nota).

PiñeraCasen
La caída en la pobreza que no era efectiva.

Piñera se jactaba de la caída en la tasa de  pobreza durante su gobierno, sin mencionar que lo que tenía era una estimación puntual que no incorporaba el margen de error. Al incorporarlo, la diferencia en las tasa de pobreza no era significativa. Creo que esto cae claramente en la categoría de «trampitas» que hacía Piñera. El dato que citaba era correcto en el sentido de ser la estimación puntual, y era más baja que la del gobierno anterior. Lo que no decía era que la diferencia era lo suficientemente pequeña para que, desde el punto de vista estadístico, no había evidencia de que la cifra fuera efectivamente menor (aunque con una probabilidad de más de un 50% así lo fuera). Además, eran cifras provistas por el Ministro de Mideplan del momento, que también tenía una tendencia a ese tipo de juegos. Pero claro, Piñera, que es un doctor en economía, debería haber preguntado por la significancia del dato. Sin embargo, pienso que esta «media verdad» es distinta de simplemente hacer desaparecer un dato proveniente de fuentes internacionales porque no conviene: esa es una mentira.

El otro caso importante de Piñera tiene que ver con el Censo. Aquí me parece que Piñer tuvo meno culpa que en el caso anterior y la responsabilidad directa recae sobre el Director del INE (el Presidente es el último responsable, pero eso solo desde el punto de vista jurídico). Este director cambió a última hora el sistema del censo, por lo que no hubo espacio para prepararlo adecuadamente. Labbé debe haber convencido a Piñera de que era una buena idea el cambio, probablemente convenciéndolos de que era lo que hacían países desarrollados (algo Piñera aspiraba a imitar durante su gobierno).

PiñeraCenso
Labbé, Piñera y el censo

Cuando comenzó a aparecer evidencia de que el censo falló, creo que Piñera se encontró con un problema complejo. Por un lado, con su imprudencia habitual había anunciado las ventajas de la nueva metodología, y ahora debía explicar que tenía problemas. Además, el Director del INE aseguraba que los datos recogidos eran buenos (pese a que «inventaba» algunos de ellos). Se entiende que en ese dilema, haya tardado en reconocer los problemas. Pero luego el gobierno solicitó un informe independiente de expertos nacionales y el Director del INE debió renunciar.

En este caso, aparte del error de haber elegido al Director del INE, y haber tardado en reconocer lo que había pasado, no hay una mentira activa de Piñera, en el sentido que si lo tiene la presentación del actual Mnistro de Hacienda.

En el mundo político aprovechar las medias verdades es algo acostumbrado. Admiro y apoyo a Andrés Velasco, por ejemplo, pero tengo dudas de la veracidad de las cifras del déficit estructural en el último año de Bachelet I. Mi impresión, bastante ignorante del tema, por lo demás, es que se maquillaron las cifras  hasta donde se pudo para obtener el resultado deseado.

Nuevamente, esto es una media verdad, no una mentira. Creo que la diferencia importa. Las medias verdades son malas porque socavan la confianza en lo que dicen los políticos y miembros del gobierno. Las mentiras la destruyen.