Mi opinión de Google Chrome

He sido un usuario de Google Chrome desde sus inicios. Al principio por curiosidad, tal como cuando comencé a usar Google Mail en sus comienzos (pero seguí haciéndolo). Antes era un usuario de Firefox y a veces de Opera, que son bastante buenos, y mejores que las versiones contemporáneas de Explorer. Lo que me conquistó de Chrome era el formato limipio y la barra de direcciones, que tenía acceso directo al buscador Google (ahora, para evitar problemas con los organismos de competencia se pueden elegir otros buscadores).

Una de las cosas que me había gustado de Firefox era que tenía la barra del buscador siempre presente, pero había que hacer un tab para cambiarse de ventana, así que Chrome me pareció mucho mejor. También me agradó que al apretar el botón derecho del mouse, la primera alternativa es abrir un nuevo tab en la misma página y no en una nueva ventana. Nuevamente, no se trata de un cambio importante, pero que facilita la operación. Ya en esa época era un buscador rápido, que se abría en mucho menos tiempo que Firefox. Su tiempo de partida era similar al de Opera, que era el más rápido de la época. El hecho que los tabs pudieran separarse en ventanas o que se pudieran cerrar páginas bloqueadas no me interesaron inicialmente, salvo como curiosidades.

Estas ventajas me hicieron comenzar a usar Chrome, pese a los problemas de compatibilidad y de un software nuevo. Pero Google ha hecho tantas mejoras que me cuesta usar los otros navegadores, porque me parecen lentos e incómodos de usar, salvo Opera. La compatibilidad actual es mucho mejor, y cuando hay problemas, existe una extensión que abre Explorer en una ventana de Chrome. También me agrada el sincronizado entre los distintos computadores. Como se observa, soy un agradecido a Google, que me ha permitido disponer de todo tipo de software de alta calidad a un precio que me agrada (0). Más delante escribiré más de mis experiencias Googlescas.

Para una comparación avanzada de las características técnicas de buscadores, ver la siguiente comparación de browsers (en inglés, pero el traductor de Google es bueno en este tipo de cosas)

Enlaces de hoy

Una idea para la salud privada

De una conversación con Harald Beyer (aunque no sé si está de acuerdo con la forma como interpreto la idea) se nos ocurrió una alternativa para renovar completamente el sistema de salud privada. En vez de continuar con el sistema ISAPRE actual, se podría cambiar a la obligación de comprar solamente el seguro catastrófico que ya ofrecen las ISAPRES. Este seguro protege contra lo que realmente importa: las enfermedades de alto costo y las crónicas, que llevan las familias a la quiebra.

Para los demás gastos de salud, las personas podrían pagarlos de su bolsillo o podrían contratar seguros privados como los que ya existen, que serían libres para ofrecer distintos niveles de cobertura y calidad de atención. El problema que normalmente tienen los seguros privados es que las empresas de seguros de salud son libres de no renovar sus contratos con cotizantes de alto costo (a diferencia de las ISAPRES que están obligadas a renovar contratos). Bajo este plan, eso no sería un problema demasiado importante, pues la razón para la no renovación es normalmente el costo de las enfermedades de alto costo que tienen efectos recurrentes a futuro, y éstos estarían cubiertos por el seguro catastrófico.

Se puede interpretar el plan como la obligación de todos los afiliados al sistema privado de contratar un seguro catastrófico con un gran deducible. Todo lo demás en materia de salud es responsabilidad del cotizante. Desde el punto de vista de la libertad de las personas, esto es preferible a un sistema que obliga a gastar mucho más en salud, montos que se utilizan luego para pagar atenciones rutinarias.

Lo que falta en todo esto es como trasladar la idea al sistema público. Una posiblidad es que el Estado pague el seguro catastrófico a las personas de menores ingresos y les entregue un voucher para comprar seguros de salud privados para los gastos no catastróficos. Hay que darles más vueltas a estas ideas.

Isapres y TC

El Tribunal Constitucional me parece totalmente equivocado en sus análisis de las tablas de alzas de valores de las ISAPRES. El TC se ha basado en el derecho a la salud para sus decisiones en el tema. Pero en Chile todos tenemos derecho a la salud, pues auqellos que tienen problemas para pagar ISAPRES, siempre puedne caer en el sistema FONASA. Fonasa cubre –no tan bien, pero algo– la salud. El derecho a la salud existe y nadie lo pierde porque le sube el valor de la ISAPRE. Claro que los estándares son más bajos en la salud estatal, pero eso refleja que somos aún un país pobre. El derecho a la salud no es un derecho a estar atendido en la Clínica Las Condes, sino que es el derecho a atención de salud en un hospital de algún tipo. De seguirse la interpretación del TC, todos los chilenos tendrían derecho a pertenecer a una ISAPRE aunque no tengan los ingresos suficientes. No somos tan ricos como parapoder pagar ese nivel de subsidios.

En fin, el TC da muestras de pensar poco profundamente los temas, lo cual es un problema, pues siempre he considerado que hay un rol valioso en un árbitro como el TC para evitar que las leyes y otras medidas sean inconstitucionales. Pero si el TC hace mal su trabajo –porque no razona correctamente, a diferencia de llegar a fallos con los que no concuerdo– pierde dignidad y eventualmente pierde el inmenso poder que tiene ahora para frenar errores legislativos.

Francia también tiene una educación clasista

El diario Liberation tiene un artículo que muestra que la educación francesa, en sus niveles más altos, es para la élite. Pero no para la élite normal, sino que la que tiene un padre profesor. Uno de cada dos alumnos del Polytechnique (la crema de la crema) es hijo de un profesor. Parece que ser hijo de un profesor ayuda debido a que solo ellos conocen los complejos y desconocidos trucos necesarios para ingresar a esta escuela.

En la igualitaria Francia, a principios de los 90 un niño de niveles populares tenía 1/23 de las posibilidades de un niño de niveles altos de ingresar a una de las Grandes Écoles donde se preparan las clases dirigentes francesas (el equivalente sería ingeniería o ingeniería comercial en las universidades de Chile y Católica, aunque ahora aparecen algunas universidades privadas). El 64% de los estudiantes en las Grandes Écoles tenía un padre que pertenecía a los cuadros superiores. Estas cifras son para el período 89-93, pero las cosas parecen haber empeorado. En efecto, se ha sesgado tanto la selección en los últimos años hacia los hijos de los profesores, que las clases altas ahora envían a sus hijos a estudiar al London School of Economics o en las universidades de EE.UU., porque saben que tienen pocas posibilidades de entrar en las instituciones de élite francesas, capturadas por los profesores.

Liceos de excelencia

La columna de Carlos Peña de hoy menciona el programa de liceos de excelencia del Ministro de Educación. No me queda claro del artículo de Peña si su posición es favorable a estos liceos o no lo es. He escrito apoyando los liceos de excelencia (Movilidad y liceos emblemáticos), porque me parece que permiten dar movilidad a una sociedad que con la PSU (en algún momento entraré en mñas detalles de esta prueba nefasta) se está rigidizando.

En breve, el argumento es que con la PSU, la calidad y cantidad de la educación que se recibe es esencial para poder acceder a las mejores universidades y las carreras más atractivas. Aunque con la antigua PAA algo de esto ocurría, era un efecto mucho menos importante. Con la PSU, los alumnos de los mejores colegios privados tienen profesores mejores y recursos que les permiten contratar clases adicionales si las requieren, todo lo cual les da una tremenda ventaja sobre los demás estudiantes. Con la PAA, estas ventajas eran menos importantes, pues solo requería conocimientos hasta primero o segundo medio, y uno supone que un alumno inteligente podría adquirirlos, incluso por su cuenta, al llegar a 4º medio. Por lo tanto, ese estudiante tenía alguna posibilidad de un buen resultado, el que ahora es inalcanzable.

Los liceos de excelencia ayudan a que el grupo de mejores alumnos de ingresos medios y bajos tengan la oportunidad de competir con los alumnos de altos ingresos, tal como lo hacen los alumnos del Instituto Nacional. La posibilidad que las mejores universidades consigan estos alumnos es bueno para el país en muchas dimensiones. Primero, las futuras clases dirigentes incorporarían muchas personas brillantes que hoy se pierden, y saldrían de ese grupo quiénes solo están ahí porque sus familias podían pagar sus estudios en colegios particulares caros, pero que no tienen otros méritos. Segundo, haría más valioso el estudiar en todos los grupos sociales, ya que un alumno y familia que hoy, sabiendo que no tienen posibilidades con el estudio no lo valoran mucho, tenderían a valorar el esfuerzo en el estudio. Tercero, la mayor movilidad social es sana para las sociedades. Podría seguir con la lista de ventajas.

Contra esto, los que se oponen señalan que lo importante es mejorar la calidad de la educación para todos, la vieja idea de valorar más la igualdad de resultados que la de oportunidades. Pero los recursos que tenemos no alcanzan –ni existe el número de profesores de la calidad necesaria– para equiparar lo que ofrecen los buenos colegios privados. Es decir la propuesta igualitaria tiene dos alternativas: un lento crecimiento de los recursos a los colegios subvencionados y municipales, los que mejorarían la educación gradualmente, pero en el intertanto, para todos los efectos prácticos, nada cambia. Alternativamente, se puede pensar en reducir las desigualdades castigando a los mejores colegios, por ejemplo, eliminando la selección en los mejores liceos y cerrando los colegios particulares. Esto sería mucho peor, por supuesto.

Además de los argumentos contra la propuesta igualitaria que aparecen arriba, se me ocurrió otro argumento cuando leía a Peña (que en el artículo no se pronuncia sobre el tema de igualdad y oportunidades). No tiene nada de original, pero como no se me había ocurrido antes decidí escribir todo este –mucho más largo de lo pensado– artículo.

Supongo que las personas que promueven la igualdad (de resultados) a costa de la igualdad de oportunidades estarán a favor de procesos de selección universitaria. En esos procesos, se eligen a los mejores, de acuerdo a algún criterio, para entrar en las universidades y programas de mejor calidad. De no ser así, nuestra clase dirigente sería el resultado de una lotería en la que todos podrían ser elegidos –me parece que esto ocurría en algunas polis griegas, pero las sociedades modernas no han seguido este ejemplo más que para los vocales en las elecciones–. Para decirlo de otra forma, procesos de selección ocurren en algún momento en todas las sociedades. ¿Por qué no ayudar a que jóvenes de todos los niveles sociales tengan la oportunidad de participar en este proceso de selección? Los liceos de excelencia realizan una preselección, por decirlo así, de quiénes serán elegidos finalmente. Sin liceos de elección, los jóvenes de menores ingresos no tienen la posibilidad de participar en el proceso de selección final.

El índice de libertad económica

Siempre he tenido dudas sobre esos indicadores que comparan países en base a criterios bastante subjetivos, como el índice de libertad económica de la Heritage Foundation y otros similares. En Baseline Scenario , cuya referencia agradezco a Marginal Revolution, se encuentra un estudio bastante cuidadoso de cuáles son los factores más importantes en los resultados del indicador.

Me sorprendió que lo más importante era la protección de la propiedad y un gobierno incorrupto y que tener un gobierno pequeño no traía beneficios. Esto es contradictorio con los resultados que uno esperaría obtener de un índice de libertad económica de esa institución.

Seguridad y el terremoto

La noticia que 14 comerciantes han presentado una acción legal contra el Estado por los daños que sufrieron producto de los saqueos posteriores al terremoto es un tema interesante. (El Mercurio)

Una obligación mínima del Estado es proteger a los ciudadanos por lo que los comerciantes afectados están justificados en tratar de obtener una restitución. El problema es si la justicia debe actuar en este caso. Considerando las deficiencias de nuestro aparato estatal,  la cantidad de demandas que podrían resultar de una determinación positiva no solo quebraría a nuestro Estado sino que impediría que operaran las Cortes (algo que está pasando en el Tribunal Constitucional, que imprudentemente no estableció una doctrina que le permitiera seleccionar casos  a tratar).

Primera

R. Fischer

La idea de este blog es ser un poco cascarrabias económico, pero tratando de no ser doctrinario. Mis temas de interés en economía son:  comercio internacional, organización industrial y regulación, y finanzas corporativas. De vez en cuando me interesan otros temas, pero trataré de evitar la macroeconomía en lo posible.

En ocasiones hablaré de literatura, pasando desde la ciencia ficción hasta los clásicos, o de ciencias, o de  historia. Alguna vez tocaré otros temas pero trataré de evitar la política, en particular la política contingente.

Finalmente, espero no ser (demasiado) aburrido.