Posiblemente el lugar donde la lucha evolutiva es más intensa es en la vida sexual de los animales. Ahí se observan comportamientos que nos parecen raros, pero que tiene un sentido claro: hay que tratar de tener descendientes. Para aumentar la probabilidad de que eso ocurra, muchas especies tienen una guerra de los sexos, ya que aquellos que producen los huevos tienen un costo energético más alto que los que producen los espermios, pese a que la contribución genética a la próxima generación es la misma.
Esto es particularmente interesante en las especies hermafroditas, pues algunas especies tratan de que el otro funcione como hembra, y se produce una lucha por determinar quién termina portando los huevos. Ed Yong describe un caso en unos gusanos planos, los Macrostomum lignano, especie que vive en la playas italianas. Estos gusanos son hermafroditas, y al aparearse forman anillos en los que se fertilizan mutuamente –lo que es bastante común en muchas otras especies–.
Lo que hacen entonces estos gusanos es bastante exótico: a veces, uno de ellos se dobla y empieza a succionar su apertura genital, para deshacerse de los espermios de su pareja. Pero estos espermios tienen adaptaciones para no ser eliminados: tienen una trompa con la que se agarran a los genitales de la hembra, y dos espinas que apuntan hacia atrás y que funcionan como anclas para evitar ser succionados. Es decir, la lucha evolutiva es a nivel de estrategias de conducta de las hembras contra los espermios. En otras especies relacionadas de gusanos planos, el problema se ha simplificado: tienen la llamada «inseminación traumática», en que uno de los gusanos perfora a la hembra para inyectarle los espermios, en cualquier parte del cuerpo. Estos espermios son más simples que los anteriores, pues no enfrentan el problema de la succión. Lean el artículo de Yong. Vale la pena.