R. Fischer
Nunca se han vendido tantos automóviles, los buenos restaurantes están tan llenos que hay que hacer reservas incluso durante la semana, las cifras de inversión planificada y realizada son elevadísimas, y en general se respira un aire de bonanza económica que a mi, al menos, me asusta.
Es en estos momentos de auge que, con una regularidad digna de una ley de la naturaleza, los políticos se ponen tontos, y comienzan a proponer proyectos estúpidos. No quiero diferenciar entre partidos, porque la infección de tontera es generalizada. Se pasan leyes absurdas e injustas, con el beneplácito de todos (el posnatal), y se proponen otras peores, como en educación. Además, se desconoce la enorme cantidad de cosas buenas que se han hecho en los últimos veinte y pico años, y que han permitido que estemos viviendo buenos tiempos.
A veces se echa de menos una crisis, para que vuelva la lucidez a los políticos. Solo una crisis moderada, que atemoriza, pero que no tiene consecuencias. Nada mejor que un sustito para volver a la realidad. Es una realidad algo aburrida, pero luego de las crisis, el tedio es algo que se aprecia, como lo dice la antigua tradición china.