R. Fischer
No es necesario insistir, ya que lo han hecho muchos, en el carácter antidemocrático de la toma en la Facultad. La argumentación usada y que aparece en el Foro y en el sitio del Centro de Estudiantes de Ingeniería (que vergüenza que aparezca como si fuera una declaración legítima, aunque esto tal vez muestre la simpatía del CEI por la toma) es ejemplar en su similitud con el de algunas dictaduras cuando pierden elecciones y tratan de mantenerse en el poder.
¿Que alegan los que se tomaron la Facultad? Sostienen que la intervención de la decanatura en las elecciones hace que esta sea inválida.
«Se ha influido comunicacionalmente en un proceso ajeno a la escuela, se han aprovechado de su gran influencia comunicacional vía “novedades” de u-cursos y de su reconocimiento y legitimidad como autoridad y ser quien supuestamente tiene la última palabra…»
Sostienen también que la Confech aprobó continuar con el paro, y que otras facultades siguen en paro. Por todos estos motivos, es necesaria una nueva votación. Seguramente, si su posición perdiera nuevamente encontrarían una nueva excusa.
Es interesante notar que implícitamente, la declaración de los participantes en la toma establece que los estudiantes que votaron por volver a clases no son dignos de sus voto,s ya que son tan fácilmente influenciables. Segundo, ¿no hicieron ellos publicidad a su causa, incluso posterior a la fecha oficial de término?
Tal vez no es apropiada la comparación, pero es iluminador recordar que en el plebiscito del 98, cuando ganó el No, aunque hubo intentos por desconocer los resultados, finalmente Pinochet debió admitir su derrota y dejó el poder como estaba establecido. Siguiendo el razonamiento usado por los que se tomaron la Escuela, podría haber usado el argumento de que hubo financiamiento externo a la Concertación para exigir un nuevo plebiscito. Un plebiscito manejado más cuidadosamente, esta segunda vez, para no perder.
Nota: Afortunadamante la toma se bajó el mismo día ante la presión insostenible de estudiantes y académicas enfurecidos, que la hacía insostenible. Pero esto no indica que la toma tenga un carácter democrático, sino que simplemente muestra que ante una situación tan inaceptable y frente a tanta oposición, incluso los grupos más decididos y antidemocráticos deben ceder. Si la Facultad se hubiera dividido, con un 20-30% apoyando la toma, habría bastado para sostenerla frente a la gran mayoría que se oponía. Estos grupos no necesitan estar ni cerca una mayoría, sino que solo les basta que haya una fracción (un 20%, por ejemplo) del público que los apoye para mantener este tipo de acciones.