R. Fischer
Luego del segundo problema con Azvi en dos años, debo confesar que mi análisis sobre el caso del proyecto La Serena-Vallenar parece erróneo. En ese caso, Azvi abandonó el proyecto luego de descubrir que su evaluación de costos había sido errónea, y el banco decidió no proveer financiamiento. La empresa –o su banco– perdió los US$ 10MM de la boleta de garantía de seriedad de las obras.
Mi argumento entonces fue que el castigo por no cumplimiento era la boleta de garantía y que si esto era considerado insuficiente, se podía aumentar su monto, hasta cubrir el costo social del retraso hasta designar a una nueva empresa para la concesión. Por lo tanto, no era necesario agregar otros castigos, tales como excluir a la empresa de nuevos proyectos del sector público. Dado que el costo de la boleta de garantía recae sobre la empresa y su banco, éste último haría el due dilligence sobre la calidad del proyecto y de la empresa para realizar el proyecto.

El razonamiento no funcionó en el caso del Puente Caucau en Valdivia, en que la empresa nuevamente ha fallado en su proyecto, esta vez en forma espectacular. Pero no descubro errores en el razonamiento de mi posteo anterior. Por lo tanto me quedan tres alternativas: que el proyecto fue licitado antes de conocerse el caso La Serena-Vallenar (por lo que el banco que otorgó financiamiento no tenía razón para dudar de Azvi), que el banco que le otorgó financiamiento a la empresa esperaba una renegociación ante cualquier problema técnico, por lo que no era necesario verificar la calidad técnica de la empresa, o que la incapacidad de la empresa supera las peores estimaciones de los bancos financistas.
A propósito ¿qué estaba haciendo el Inspector Fiscal del MOP mientras se montaban las estructuras al revés?