Links de hoy

  • Nouriel Roubini tiene un op-ed en el Financial Times sobre los cambios necesarios para que el mundo se recupere de la crisis. La medida que me pareció más interesante es

    Second, creditors need to take a hit, and debtors adjust. This is a solvency problem, demanding a grand work-out. Greece is the tip of the iceberg; banks in Spain and elsewhere in Europe stand knee-deep in bad debt …

  • Gracias a Marginal Revolution, por esta nota sobre el efecto sobre el nivel educacional qua alcanzan los niños de tener libros en la casa. Aunque no se trata de llenar de libros la casa: más bien parece que los libros son un indicador del interés en temas intelectuales en el hogar, que tiene una componente que es independiente del nivel formal de escolaridad de los padres.
  • La difícil vida de los introvertidos, por uno de ellos. Peor aún, parece que el problema de los introvertidos con la socialización se extiende a las redes sociales en línea.

¿Cómo medir la productividad científica?

Uno de los problemas que para aumentar el gasto dedicado a ciencias y a tecnología es que es difícil medir los resultados de la investigación. Una búsqueda en Google por «Measuring Research Productivity» deja claro que no existe un buen mecanismo para medir la productividad científica. Para dar un ejemplo, «Measuring productivity of research in economics. A cross-country study using DEA» intenta medir la eficiencia de la productividad científica como la cantidad de papers publicados en las revistas de mayor impacto. Sin embargo, la noción de productividad depende de identificar los journals de mayor impacto como los que representan de mejor modo la calidad de la investigación. Esto deja de lado el impacto de la investigación en el mundo real, y por otro lado, el índice de impacto es una herramienta que varía entre disciplinas, incluso entre subáreas de una disciplina.

Lo que se hace a menudo es contar papers ISI, lo cual ha llevado a que los investigadores envíen trabajos a revistas ISI de tercera categoría (todos los que trabajan en un área de investigación saben cuáles son) para cumplir con obligaciones impuestas por proyectos de investigación o por imposiciones de la carrera académica. El intento de contar las citas a los papers ayuda en algo, pero es distorsionado por factores como los artículos de recopilación, que son citados porque reúnen muchas fuentes primarias, pese a no tener importancia como investigación. Además se debe eliminar las autocitas y considerar el heeho que en algunas áreas en las que hay pocos investigadores en el mundo, se observa mucha cooperación para citarse mutuamente.

Otro problema (que afecta especialmente a las ciencias sociales y las artes), es que las tasas de publicaciones y citas son distintas –muy distintas– entre áreas. No tiene sentido que se mida la productividad y calidad del trabajo de un investigador en literatura por sus publicaciones en journals. ES probable que en esa área un libro publicado por una editorial reputada sea más valioso, especialmente si las críticas que recibe son buenas. En algunas ciencias, tener cientos de citas es normal, en otras, números mucho menores son estándar.

En Economía, por ejemplo, también es importante el número de citas en Publish or Perish, pues incluyen citas en documentos de organizaciones internacionales o nacionales, que es un mercado relevante para las ideas del área.

Sería bueno pensar bien en estos temas antes de aumentar drásticamente el nivel de recursos dedicados a la investigación científica –para que decir tecnológica–.

¿Cuánto gastar en ciencia?

Esta es una pregunta que no tiene una respuesta clara. El gobierno se ha comprometido a doblar el porcentaje del producto dedicado a las ciencias y tecnología. Nunca me ha gustado ese enfoque que sugiere que basta destinar más recursos para mejorar el nivel de las ciencias: es un enfoque de insumos y no de resultados. Pero tiene dos ventajas: primero, se puede medir fácilmente, a diferencia de los resultados de la investigación, Por ejemplo, aunque se intenta medir los resultados de los investigadores contando papers, un buen artículo puede ser mucho más importante que cientos de trabajos efímeros, y no hay como determinar objetivamente la diferencia en calidad, sobre todo en el corto plazo de los concursos científicos.

La segunda ventaja de destinar un porcentaje del producto a la investigación es que es una propuesta que le encanta al mundo científico, que siempre clama por recursos. No es claro que  tal aumento de recursos pueda gastarse bien, al menos en el corto plazo. Pero tal estemos dispuestos a malgastar recursos por un tiempo porque eventualmente esto atrae más jóvenes a las ciencias, aumentando la masa crítica del sistema. De ser así, la política cientifica tendría alguna justificación.

Nota: Un economista diría que se deber gastar hasta que el costo marginal de recaudar impuestos adicionales para dedicarlos a la investigación iguala el beneficio de las contribuciones científicas generadas por un incremento marginal en los recursos. El problema es medir el segundo término (el beneficio marginal de la investigación), lo que es difícil, si no  imposible. Por lo tanto, se trata de un criterio útil, pero no implementable para determinar políticas.

Ventajas del Metro

Recuerdo que antes de que se inaugurara el Transantiago, se nos decía que podía llegar ser tan rápido como el Metro, pero tendría un menor costo de construcción. Alguna vez le pregunté a uno de los principales encargados del proyecto como lo harían para que los buses fueran rápido por calles congestionadas. No recibí una buena respuesta, pero confieso haber confiado en que los que estaban a cargo tenían que haber pensado como resolver ese y otros problemas: al fin y al cabo eran personas inteligentes. De más está decir que confiar en la inteligencia de las personas me dejó decepcionado.

Escribiré alguna vez más de esto, pero lo que me interesa ahora es el argumento de la época en contra de extender el Metro: era muy caro, comparado con vías exclusivas para el transporte de superficie. ¿Es ésto cierto, cuando se considera el costo que tiene destinar corredores en superficie a buses, siendo tan escaso el espacio en las calles? Si tuviéramos tarificación urbana, y los recursos se destinaran a mejorar el transporte público, el argumento sería correcto, pero en las condiciones de congestión actuales, y con la calidad del transporte público, me parece que el costo total de los corredores exclusivos puede ser mayor que el de extender el Metro.

Impuesto australiano a la minería

En Australia están pensando poner un impuesto adicional de un 40% a la minería. Entiendo que el impuesto sería aplicado a los margenes operacionales de la minería luego de pagar los gastos de exploración e instalación. El Financial Times está muy de acuerdo con el impuesto. Sin embargo tengo dudas sobre la calidad del análisis económico del periódico en este caso.

A mi entender el único motivo económico justificable –a diferencia de motivos de economía política– para poner un impuesto de este tipo ocurre cuando un país con poder de mercado, usa el impuesto para sacar del mercado a los productores de mayores costos y eleva los precios y márgenes de la industria. El mayor precio que resulta en los mercados internacionales le conviene al país. Es una forma de la doctrina clásica del arancel eficiente y es similar a lo que usa la OPEP al limitar las exportaciones de petróleo. El riesgo es que el mayor precio aumente la producción en otros países, anulando la reducción en la producción. Si el poder de mercado se debe a que las minas del país son más ricas que la potencial competencia, esta política es sostenible si el impuesto no es elevado.

El argumento del Financial Times es otro. Según ellos, la minería sigue el patrón del buscador de tesoros. Una vez encontrado, extraer el recurso cuesta muy poco en relación con el valor obtenido, y esa riqueza debería pertenecer al país del que se extrae. Pero ese argumento contiene un erro lógico. En particular, no parece que el negocio de buscar tesoros sea tan rentable, o veríamos muchos más recursos dedicados a él. Lo que sucede es que la mayor parte de las exploraciones de tesoros no encuentran nada, y solo cuando hay cambios tecnológicos que permiten encontrar más tesoros hay un cambio en la rentabilidad del sector, que atrae a más exploradores hasta que la rentabilidad cae a la normal de otros sectores (ajustando por el riesgo del sector).

En realidad el negocio minero opera de otra forma. La oficina central de la empresa financia exploraciones en distintos lugares (o compra los resultados de exploraciones a empresas especialistas), y luego los mejores sitios son prospectados en mas detalle. Luego se preparan anteproyectos y se intenta obtener las autorizaciones ambientales y el financiamiento del proyecto. La mayoría de los proyecto muere en esta etapa, luego de muchos gastos. Los proyectos que sobreviven este filtro usualmente se realizan como «project finance», independientes de la casa central. Luego, las utilidades provenientes de la mina (después de impuestos) dan origen a dividendos que la oficina central utiliza para realizar nuevas exploraciones, nuevas inversiones y pagar dividendos a los accionistas.

Es claro, por lo tanto, que las minas existentes tienen que ser mucho más rentables que el negocio minero en general. Son las sobrevivientes de un proceso de filtrado en que solo las más rentables sobrevivieron, pero no permiten determinar la rentabilidad de la industria como un todo. En esto se parecen a la industria farmacéutica, que gasta enormes sumas en investigación y desarrollo, para finalmente conseguir una pocas drogas altamente rentables.

Seguiré con este tema en el futuro.

Mi opinión de Google Chrome

He sido un usuario de Google Chrome desde sus inicios. Al principio por curiosidad, tal como cuando comencé a usar Google Mail en sus comienzos (pero seguí haciéndolo). Antes era un usuario de Firefox y a veces de Opera, que son bastante buenos, y mejores que las versiones contemporáneas de Explorer. Lo que me conquistó de Chrome era el formato limipio y la barra de direcciones, que tenía acceso directo al buscador Google (ahora, para evitar problemas con los organismos de competencia se pueden elegir otros buscadores).

Una de las cosas que me había gustado de Firefox era que tenía la barra del buscador siempre presente, pero había que hacer un tab para cambiarse de ventana, así que Chrome me pareció mucho mejor. También me agradó que al apretar el botón derecho del mouse, la primera alternativa es abrir un nuevo tab en la misma página y no en una nueva ventana. Nuevamente, no se trata de un cambio importante, pero que facilita la operación. Ya en esa época era un buscador rápido, que se abría en mucho menos tiempo que Firefox. Su tiempo de partida era similar al de Opera, que era el más rápido de la época. El hecho que los tabs pudieran separarse en ventanas o que se pudieran cerrar páginas bloqueadas no me interesaron inicialmente, salvo como curiosidades.

Estas ventajas me hicieron comenzar a usar Chrome, pese a los problemas de compatibilidad y de un software nuevo. Pero Google ha hecho tantas mejoras que me cuesta usar los otros navegadores, porque me parecen lentos e incómodos de usar, salvo Opera. La compatibilidad actual es mucho mejor, y cuando hay problemas, existe una extensión que abre Explorer en una ventana de Chrome. También me agrada el sincronizado entre los distintos computadores. Como se observa, soy un agradecido a Google, que me ha permitido disponer de todo tipo de software de alta calidad a un precio que me agrada (0). Más delante escribiré más de mis experiencias Googlescas.

Para una comparación avanzada de las características técnicas de buscadores, ver la siguiente comparación de browsers (en inglés, pero el traductor de Google es bueno en este tipo de cosas)

Enlaces de hoy

Una idea para la salud privada

De una conversación con Harald Beyer (aunque no sé si está de acuerdo con la forma como interpreto la idea) se nos ocurrió una alternativa para renovar completamente el sistema de salud privada. En vez de continuar con el sistema ISAPRE actual, se podría cambiar a la obligación de comprar solamente el seguro catastrófico que ya ofrecen las ISAPRES. Este seguro protege contra lo que realmente importa: las enfermedades de alto costo y las crónicas, que llevan las familias a la quiebra.

Para los demás gastos de salud, las personas podrían pagarlos de su bolsillo o podrían contratar seguros privados como los que ya existen, que serían libres para ofrecer distintos niveles de cobertura y calidad de atención. El problema que normalmente tienen los seguros privados es que las empresas de seguros de salud son libres de no renovar sus contratos con cotizantes de alto costo (a diferencia de las ISAPRES que están obligadas a renovar contratos). Bajo este plan, eso no sería un problema demasiado importante, pues la razón para la no renovación es normalmente el costo de las enfermedades de alto costo que tienen efectos recurrentes a futuro, y éstos estarían cubiertos por el seguro catastrófico.

Se puede interpretar el plan como la obligación de todos los afiliados al sistema privado de contratar un seguro catastrófico con un gran deducible. Todo lo demás en materia de salud es responsabilidad del cotizante. Desde el punto de vista de la libertad de las personas, esto es preferible a un sistema que obliga a gastar mucho más en salud, montos que se utilizan luego para pagar atenciones rutinarias.

Lo que falta en todo esto es como trasladar la idea al sistema público. Una posiblidad es que el Estado pague el seguro catastrófico a las personas de menores ingresos y les entregue un voucher para comprar seguros de salud privados para los gastos no catastróficos. Hay que darles más vueltas a estas ideas.