R. Fischer
Una de las radios que escucho es la radio Biobio, un medio independiente con una buena cobertura de la regiones y del sector judicial y de temas no tocados en otros medios (además, soy amigo de M. Mosciatti). Debo confesar, sin embargo, que a menudo la calidad del análisis de temas de negocios o de economía es deficiente. Un ejemplo son las críticas de Tomás Mosciatti (TM) a los acuerdos de La Polar, las que revelan no comprende lo que tratan de hacer los acuerdos con los acreedores.
TM hace dos comparaciones erradas: 1) compara el tratamiento que reciben los clientes de la Polar y sus deudas incobrables con la que la Polar recibe de los bancos y otros acreedores, y ii) compara el tratamiento que recibió La Polar con el que recibe un pequeño empresario de parte de los bancos.
En el caso de los deudores de La Polar, la renegociación unilateral de la deuda fue ilegal e inaceptable, pero muchos clientes dejaron de pagar por lo que no tuvo mayor costo para ellos, especialmente si las renegociaciones no aparecían en Dicom. Los clientes que no pagaban tenían mucha deuda en el papel, pero no era deuda efectiva y La Polar, o más bien sus acreedores han tenido que reconocer la pérdida. En realidad, y pocos lo recuerdan, la injusticia es para los que pagaron una fracción importante de su deuda renegociada, y es peor aún la situación de los que pagaron toda su deuda y dejaron de ser deudores de La Polar.
Respecto a La Polar y sus acreedores, éstos tenían dos opciones: o renegociar la deuda y aceptar el recorte de su valor, o la empresa quebraba. En ese caso, después de pagar las indemnizaciones a los empleados y otros gastos de la quiebra, es probable que reciban mucho menos que si renegocian.
La renegociación dividió la deuda en dos partes. Un 44% es deuda senior, que se paga en 8 años con cuotas semestrales y a una tasa de interés que pasa de un 4% al 10%. La deuda restante es junior,y no se paga nada ni acumula intereses hasta el año 2032 en que se paga el total. Por último, los acreedores exigieron que para que la renegociación se concrete algún inversionista debe invertir $120 mil millones en acciones de la empresa antes de que se empiece a pagar la deuda. Este capitalista seguramente va a pedir que los actuales propietarios de acciones se diluyan. Así, por ejemplo, las actuales acciones podrían contar, por un décimo –o algún valor similar– de las acciones de la nueva emisión.
Es decir, los acreedores deben rezar por que se encuentre este capitalista y por que la empresa se recupere lo suficiente como para pagar los compromisos senior (la deuda junior al 2032 tiene un valor casi cero, dados los descuentos del futuro, y creo que está ahí solo por motivos contables). Se observa que los acreedores tuvieron que aceptar un recorte de un 56% aproximadamente en el valor nominal de su deuda (el «haircut»), pero seguramente esto es mejor que la quiebra.
Esto no es diferente del hecho que muchos deudores de La Polar no pagarán o van a pagar muy poco de lo que debían por sus compras (más el interés pactado en su contrato original). Esto se reconoce en el descuento que hacen los compradores de la cartera de La Polar. Así que hasta ahí, la diferencia en el tratamiento no es demasiada.
A los pequeños empresarios, según TM, no les perdonan la deuda y la empresa muere, a diferencia de La Polar, que es bien tratada por los bancos. Aquí el problema es que TM no comprende que en el caso de una sociedad anónima pública hay una diferencia entre la empresa y sus propietarios, a diferencia de la mayor parte de las pymes. Sin su propietario, la pyme no vale nada y se deben liquidar los activos, y el propietariose queda sin nada. Por lo tanto, si no se llega a un acuerdo (y en muchos casos los bancos llegan a un acuerdo con haircuts) no hay nada que hacer.
En una empresa con acciones que se transan en bolsa, los dueños son los accionistas. Veamos lo que pasó con las acciones de La Polar, porque ese valor mide las pérdidas que han sufrido. Hasta ayer,
En la figura se ve que el último año la acción cayó a un 10% del valor que tenía en 2010. Otra forma es ver que pasó cuando se descubrió que La Polar tenía problemas: su valor cayó desde $2400-2.800 a $400 y fracción en pocas semanas. Esa es la pérdida de los dueños y se debe comparar con la que tiene un propietario de Pyme que quiebra. Tal vez la pérdida debería ser mayor, pero algunos problemas en nuestra actual Ley de Quiebras (en proceso de modificación) le dan un poder poco legítimo a los accionistas en un proceso como éste, y es por eso que el precio de la acción no es cero.
En resumen, a los dueños de La Polar les pasó casi lo mismo que lo que le habría pasado al dueño de la Pyme. Los que están mejor con el arreglo son los trabajadores, que no quedarán cesantes. Los acreedores perdieron más de la mitad de lo que habían prestado, lo que debe ser similar a lo que le pasa a un banco cuando renegocia y no liquida una pyme. En resumen, no me parece que, salvo por detalles menores, haya mucha diferencia entre el tratamiento que recibió La Polar y una Pyme.
Por eso cuando escucho los comentarios de TM sobre las diferencias en el tratamiento de ambos casos, me doy cuenta que se guía por las apariencias (La Polar ese salva, la Pyme muere) y no por el fondo (en ambos casos pierden dueños y acreedores). Estoy de acuerdo que las quiebras y acuerdos concursales son temas espesos, pero conviene no tener tanta seguridad al opinar de un tema que no se entiende del todo.
Debo repetirlo: aquí los verdaderamente perjudicados son los que pagaron buena parte o toda la deuda renegociada unilateralmente por La Polar. Y de ellos nadie se acuerda.