R. Fischer
Esta es la primera vez que declaro públicamente mi intención de voto. Normalmente al votar por un candidato es necesario elegir entre distintas alternativas no demasiado atractivas, cerrar los ojos y votar por el que causa menos desagrado.
El desagrado no es tanto por las ideas de los candidatos, sino por la falta de coherencia intelectual que usualmente tienen las plataformas políticas. Comprendo los motivos para ello: es parte de la vida en política, donde se deben acomodar distintos intereses partidistas, responder a los deseos del público, o a las presiones de grupos organizados. Por lo tanto, voto por algún candidato, pero no estoy tranquilo luego de hacerlo.
El caso de Velasco es distinto, porque sus propuestas responden todas a un esquema consistente, riguroso y lógico, en el que no es necesario excusar errores de análisis. Por lo tanto, en la parte más intelectual, votar por Velasco es satisfactorio.1
Para dar un ejemplo, consideremos el caso del FUT. A mi me parecía que el FUT era una idea elegante para resolver el problema de financiamiento para inversión de las empresas, el que tenía el lamentable problema de ser un mecanismo por el que era fácil eludir/evadir impuestos. Por lo tanto, no me sentía cómodo con la idea de eliminar el FUT, pero tampoco con propuestas que lo mantenían inalterado, y parece ser difícil eliminar el forado fiscal que genera. Velasco (o alguno de sus asesores) tuvo la brillante idea de observar que el FUT es, en rigor, un préstamo del Fisco. Por lo tanto, es una distorsión que ese crédito no pague intereses,. Como mínimo deben pagar el costo para el Estado de los recursos que éste deja de obtener, i.e., el impuesto adicional que se habría pagado al retirar las utilidades retenidas. Es una solución ingeniosa al problema del FUT, aunque seguramente igual habría que ver complementarla con otras medidas para evitar nuevas trampas al sistema.
Algo similar sucede con su análisis de política exterior, de educación, y de algún otros sector que olvido. Son propuestas consistentes y bien pensadas. Tengo diferencias sutiles con sus propuestas en temas de innovación, pero un problema menor. Y como además concuerdo con sus propuestas valóricas, es el primer candidato con el que me siento lo suficientemente cómodo como para declarar públicamente mi intención de voto.
Claro que es improbable que gane.
Nota: Debo aclarar que lo conozco más o menos bien desde hace años, lo que podría afectar mi análisis. Por contrapartida, tuve cierta desconfianza cuando declaró su candidatura, temiendo que se adaptara a ensuciar ideas con el fin de agradar a los votantes.