Sacarse nota 1

Recibir la mejor calificación posible en el sector público es fácil: más del 98% de los funcionarios está en lista 1. Conociendo lo deficiente del funcionamiento del sector público, es claro que el sistema de evaluación no opera bien, ya que no permite distinguir entre funcionarios. Es por ello que cuando la ANEF o alguna otra organización de empleados reclama que se ha echado a funcionarios en lista 1, en realidad no se debería pensar que es un caso de injusticia evidente. Solo lo sería si la condición de estar en lista 1 denotara alguna indicación de excelencia.

Pero es natural que esto ocurra: incluso si no hubieran asuntos políticos que pueden hacerle la vida difícil a un superior que le debe poner nota a un funcionario a su cargo, asignar una mala nota no tiene ningún beneficio para el superior. Solo consigue que el funcionario quede enojado con el. Lo natural es poner buena nota, especialmente debido a que calificar a un empleado de manera que salga de la lista 1 es tan notorio (ya que todos los demás reciben la mejor calificación) que puede ser un castigo excesivo para un funcionario que puede no ser peor que otros calificados mejor por superiores no tan concienzudos.

Tal parece que solo hay dos salidas. Primero, una evaluación externa que tendría un elevadísimo costo y puede quedar contaminada por corrupción. Segundo, establecer al menos durante algunos años un sistema de cuotas, que obligue a los superiores de un división del gobierno a calificar, por ejemplo a un 10% de los empleados en categoría 4, 30% en categoría 3 y solo un 10% en la categoría superior. De no cumplir, el superior también sería mal calificado. Es un sistema un poco bruto, que no reconoce que distintas divisiones del Estado pueden tener funcionarios que no son comparables: por ejemplo, podría ocurrir un funcionario nota 4 en Hacienda tendría una nota 1 en Educación.

Existen alternativas a las notas 1 a 4. En el sistema de calificación de la Universidad de Chile, especialmente al interior de una Facultad, es posible, con bastante esfuerzo de Comisiones dedicadas, calificar a los académicos de acuerdo a su labor. Para ello, cada dos años los académicos deben llenar un formulario con sus actividades académicas: clases, memorias, administración, extensión e investigación (todo lo cual puede ser verificado). El Comité decide luego si el tiempo que supuestamente requieren esas actividades coincide con las horas en el contrato del académico. La calificación es relativamente generosa, ya que es mejor bonificar al académico que bajarle la nota: si el académico recibe una nota insuficiente en dos ocasiones, debe abandonar la universidad. Este proceso, cuando se lleva a cabo en forma concienzuda, funciona relativamente bien, pero tiene un alto costo para los académicos que participan en el Comité. Es también un proceso de estándares mínimos, pues no hay una evaluación de la calidad del trabajo académico del profesor. Pero algo es algo.

Retraso en la televisión digital y competencia en telecomunicaciones

Como este blog lo ha mencionado en el pasado, algo le pasó a la regulación de telecomunicaciones en los últimos cuatro años: una parálisis total. En el Mercurio, hoy, la noticia que Chile es uno de los países de la región más atrasados en la implementación de la televisión digital, junto con Bolivia. Como lo señala el título de la noticia, «Hasta 25% podrían caer abonados de TV de pago en Chile con la televisión digital». ¿Será por eso el retraso? ¿Y será por un motivo análogo que estamos más atrasados en introducir la portabilidad númerica en telefonía móvil que muchos países de América Latina, e incluso que India y Pakistán?

En ese sentido, es interesante recordar la oposición de Subtel a una licitación de frecuencias de telefonía móvil que excluyera a las empresas establecidas en telefonía móvil.

Problemas de deuda

Un artículo del Economist sobre la deuda de los países desarrollados, con un enfoque que combina algo de economía austríaca  con conceptos convencionales de ahorro y gasto (la revista trae tiene un reporte sobre la deuda más detallado).  El artículo discute un tema que este blog (más bien su autor) han pensado hace años: muchos países desarrollados han gastado buena parte del capital acumulado por generaciones en las ultimas décadas, viviendo mucho más allá de sus posibilidades reales. Lo más preocupante es la última parte:

… policymakers need to begin the long task of rebalancing the world economy. It makes sense for Western countries, like workers in their 50s, to save for retirement rather than run up their credit-card bills. But if one lot of people saves, another must borrow. At the moment the developing world is unwilling to run current-account deficits; […] All the same, a shift is in everybody’s long-term interest—and the younger parts of the world should be the borrowers.

Es preocupante porque el mundo en desarrollo no se endeuda por dos razones. Primero, porque algunos países no son sujetos de crédito, y segundo, porque los países que si recibieron crédito han tenido malas experiencias cuando los capitales golondrina abandonaron el país en forma rápida. Acaso si se pudiera separar los créditos de los dos tipos (para inversiones y golondrina), el problema se podría resolver, con los países más jóvenes aceptando la deuda que les ofrecen los países desarrollados.

En el caso chileno, nos estamos transformando rápidamente en un país más viejo, pero si esto no se traduce en una reducción de la población, sino en una población estable, el problema no debería ser grave. Después de todo, con menos niños, se los puede educar mejor, lo que los hace más productivos cuando adultos, compensando su menor número.

Hay dos cosas que se deben notar: las generaciones jóvenes son una inversión de las sociedades, y por lo tanto le cuestan recursos. Aquellas sociedades que dejan de tener niños pueden vivir mejor por un tiempo, ya que no deben incurrir en ese gasto. Pero han hipotecado su futuro, porque nadie pagará las jubilaciones de sus actuales adultos, a menos que el excedente debido a la menor inversión se haya invertido como sociedad en alguna otra alternativa. Pero tal parece que muchos países (este blog siempre piensa en el caso de España, o Italia, con sus bajísimas tasas de natalidad) simplemente han despilfarrado esos recursos que no debieron invertir en los inxistentes niños. Tal vez esto explica el sorprendente alza en la calidad de vida en España en las últimas décadas, sin que a primera vista, hayan debido esforzarse en exceso.

La caída de Rudd

El Primer Ministro de Australia debió renunciar como consecuencia de su propuesta de un superimpuesto a la minería (y otros errores anteriores). El Financial Times nota que es el primer PM que cae antes de las primeras elecciones posteriores a su elección.

En este caso, la oposición principal fue de las provincias con más recursos naturales, la que fue energizada por el lobby minero, que opuso grandes recursos a la imposición del impuesto. Como lo señaló este blog hace algunas semanas, el apoyo que le dió el Financial Times a la propuesta de un superimpuesto está basada en economía errónea. Existe un argumento para un impuesto moderado, que aproveche el poder monopsónico en el mercado mundial, pero no para un impuesto elevado, pese a la rentabilidad de minas individuales. El negocio minero es uno en que los proyectos que se llevan a cabo necesariamente son muy rentables (especialmente en caso de precios altos), pero ellas deben compensar todas las inversiones en exploración y desarrollo que no son rentables.

Ahora bien, mirando hacia adelante, por razones de economía política, puede ser conveniente establecer un sistema de compartición de beneficios con las empresas mineras cuando la rentabilidad se eleva en exceso. El objeto es reducir las presiones expropiatorias que se generan cuando los precios son elevados y las minas son muy rentables. Pero esta es una solución de segundo mejor, debido a las dificultades para que un estado soberano se comprometa creíblemente a no expropiar en un futuro de alta rentabilidad y bajos impuestos.

Juegos con los límites de la deuda

En este excelente artículo (gracias Marginal Revolution) Bruce Bartlett analiza el juego que se hace en los EE.UU. con los límites de la deuda. En ese país, existen límites a la deuda nacional que están preestablecidos y cuando se alcanzan el país no puede seguir endeudándose, desde el punto de vista legal. Pero la deuda nominal aumenta constantemente, tanto porque hay déficit, como porque hay inflación y comprar los mismos bienes y servicios requiere más dólares nominales. Es decir, aún en el caso en que la deuda se hace cada vez más pequeña en proporción al producto, el límite puede tornarse activo. Normalmente, por supuesto, el límite se alcanza porque los votantes quieren servicios, pero no pagar por ellos mediante impuestos.

Cuando se alcanza el límite se producen serios problemas, porque el Estado tiene dificultades para pagarle a sus empleados y puede entrar en una cesación de pagos (un default), que mina la confianza en sus instrumentos de deuda. Se trata de un default técnico, porque el país tiene capacidad de endeudarse mucho más, lo que hace que el costo sea gratis, como lo hace notar Bartlett.

El límite permite que muchos congresistas voten en contra de subirlo y así aparecen como fiscalmente serios, pese a que los mismos congresistas hayan votado a favor de la expansión de programas de gasto y en contra de alzas de impuestos para pagarlos. Otros congresistas más serios deben asumir el costo político de elevar el límite de deuda. Por este motivo, Bartlett está a favor de eliminar este límite hipócrita, que solo sirve para que algunos congresistas alardeen de estar contra el déficit, cuando no hacen nada políticamente costoso para reducirlo.

Nota: Bruce Bartlett es conservador y fue miembro importante tanto del gobierno de Reagan como de Bush padre.

Camino a Farellones

Se ha hecho más probable que por fin nos podamos despedir del infernal camino a Farellones. Existe un proyecto de acuerdo entre el MOP, la Municipalidad de Lo Barnechea, y los centros de esquí, para construir un nuevo camino a Farellones, usando un nuevo trazado, al menos entre Corral Quemado y Farellones.

Es en verdad extraño que, en tal vez la única ciudad importante del mundo que posee importantes centros de esquí a una distancia de solo 25 km de sus límites, éstos no se hayan desarrollado. En parte esto se debe al pésimo camino, una huella construida cuando el esquí y más generalmente, el turismo apenas comenzaban. No es un camino de alto costo de construcción ya que no se planea que tenga altos estándares, sino solo estándares razonables para una carretera. ¿Qué pudo haber parado el proyecto tantos años?

En parte, se trata de un problema de economía política. Al Estado, especialmente a los gobiernos de la Concertación no les gustaba la idea de subsidiar una ruta que beneficia tanto a personas de altos ingresos, como son los esquiadores, y especialmente a quienes poseen propiedades en la zona, que tienen incluso mayores ingresos que los esquiadores que van por el día. Por su parte, es difícil que la ruta fuera autosustentable con solo peajes necesitando un subsidio, por lo que se mantuvo es status quo mucho más allá de lo razonable.

En otros países el problema se resuelve mediante un aumento en las contribuciones de bienes raíces de quiénes se benefician por la ruta mejorada. La Municipalidad, en tal caso, está dispuesta a contribuir al camino, apostando a los mayores ingresos de contribuciones. El Estado también podría contribuir, porque una parte de las mayores contribuciones va al Fondo Común Municipal. Pero en nuestro pais, los precios de las propiedades no siempre se ajustan en forma rápida a las nueva condiciones, y existe una exención tributaria (el DFL-2) que permite que las nuevas propiedades que se construyan están exentas del pago de contribuciones (es uno de los motivos por el que este blog está de acuerdo con la propuesta de limitar la exención del DFL-2, y tal vez eliminarlo por completo, con un período de varios años antes de que desaparezca, para no castigar en demasía a los actuales propietarios).

Por su parte, los propietarios de los centros de esquí podrían contribuir en mayor medida de lo que han prometido (solo entregarán US$1 milón por centro), como en el caso de otros proyectos de inversión pública en los cuales ha contribuido a solventar los costos, como en el acceso Nororiente a Santiago. Después de todo, los dueños de terrenos capturarán gran parte de los beenficios del proyecto.

Independientemente de estas consideraciones, es necesario que Santiago disponga de un buen acceso a los centros de esquí para aprovechar este recurso. El Estado no puede seguir desperdiciándolo

Una última duda: el trazado del camino no cambiará en su parte inicial. De ser así simplemente se trasladaría el problema de congestión y embotellamientos a esta parte del camino.

Entrevista a Vidal

La entrevista a Francisco Vidal que aparece hoy en El Mercurio es muy informativa del estado de ánimo de una parte de la Concertación. Ese grupo supone que es un fracaso de la Concertación el que haya salido elegido un candidato de centro-derecha y le achaca al responsabilidad a los tecnócratas en el gobierno de M. Bachelet.

En la entrevista, Vidal olvida que los gobiernos de la Concertación, tomados como conjunto, deben ser uno de los más exitosos gobiernos de nuestra historia. Una coalición que en forma democrática es elegida cuatro veces y gobierna 20 años no ha fracasado. Las promesas fundamentales de la Concertación: democracia (lo que significa que se puede perder el gobierno en una elección), una mejor situación para quienes tienene menores ingresos y mantener el modelo para continuar creciendo, se cumplieron. Buena parte de ese éxito se lo debe a los tecnócratas en el gobierno, que frenaron la tentación populista que aqueja a los políticos de todos los bandos.

En su entrevista, Vidal enumera tres ejemplos de políticas fracasadas debido a los tecnócratas: el puente sobre el Chacao, el tren a Puerto Montt y el Transantiago. Tanto el puente como el tren son proyectos que afortunadamente fracasaron, pues comprometen enormes gastos para servir a lugares de baja población, existiendo alternativas de menor costo que reemplazan en casi todos sus aspectos a estos proyectos. En el Transantiago se puede achacar culpa a los tecnócratas (que fueron demasiado arrogantes en creer en su capacidad de planificar un sistema complejo, y olvidaron el rol de los incentivos), pero buena parte de los problemas se debieron a que en su origen, el diseño institucional para manejar el proyecto fue errado. Y esto es responsabilidad clara de los políticos.

Como lo señala Vidal en su entrevista, el rol de los políticos es hacer propuestas razonables para el futuro, y los tecnócratas deben implementarlas. Pero lo que sucedió con la Concertación es que se quedó sin ideas y sin renovación de sus cuadros. Gran parte de los políticos del comienzo de la Concertación seguían ahí 25 años más tarde. ¿Cuántos años llevaba Vidal en el gobierno, por ejemplo? El problema es que un gobierno sin ideas, en que los políticos desean solo hacer más de lo mismo, o gastar recursos para así aparecer que se hace algo sin tener que tomar decisiones difíciles, es un gobierno que les deja espacio a los tecnócratas, que al menos saben que hacer con los recursos existentes.

Esta ausencia de ideas al final de los gobiernos de la Concertación contrasta con la cantidad de ideas nuevas y perspectivas distintas que se observan en el actual gobierno. Esto no es un atributo de la derecha, sino simplemente el efecto de no estar en el gobierno por mucho tiempo, lo que da origen a miradas distintas y aproximaciones novedosas a los problemas. Estar fuera del gobierno, y no cuatro (porque es demasiado corto para cambiar perspectivas), sino que ocho años le hace bien a las coaliciones, independientemente de que coalición sea y a que parte del espectro político pertenece. Además, tiene la ventaja de renovar a los partidos, sacando a quienes se aferran a los cargos cuando se pierde a los cuatro años.