En el Reino Unido el populismo ha hecho que los servidores públicos y políticos tengan que viajar en segunda clase en trenes y aviones. El problema, como lo indica este artículo, es que en muchos casos los efectos son antieconómicos. Un servidor público que viaja en un vagón repleto de personas no puede usar su notebook para trabajar y no tiene la tranquilidad para hacer llamadas telefónicas importantes. Si, como ocurre con muchos políticos ingleses (los ministros son miembros del parlamento), deben volver a sus condados cada dos semanas, el costo de ese tiempo perdido es muy elevado.