El problema de los bienes y servicios complejos

R. Fischer

John Kay nuevamente escribe un artículo en el Financial Times que ayuda a reflexionar sobre algunas de las deficiencias actuales de los mercados, y que además resulta particularmente relevante en el contexto nacional. En «The $10 minibar beer is no basis for capitalism«, Kay señala que una de las causas del descontento con el sistema capitalista actual es el hecho que la publicidad de productos y servicios esconde su verdadero costo.

En sus ejemplos, Kay explica lo que quiere decir:

«If you plan to fly with a low-cost airline this summer, you will have discovered that the final bill was not so low cost after all. Additional charges, not just for baggage but for payment and even for checking in, have prompted a super complaint from the UK consumer organisation Which? and spurred the Office of Fair Trading into action.

And have you struggled to understand your mobile phone bill? Bought a cartridge of ink that costs almost as much as the printer? Do you fill in your personal details on an insurance comparison website every year, or just accept uncompetitive renewal terms? Have you used the internet or the minibar in a hotel, or watched the teaser offer on a mortgage revert to a standard variable rate?

Products are complex, and time is scarce. Consumers focus on a few headline prices and features when they make their choices and so competition is focused on those headline prices and features. Economics 101 teaches that markets work best when competition leads to prices in line with costs, but in markets like these, competition has the opposite effect. Producers do not necessarily make excessive profits overall because the prices of key features are forced down to uneconomic levels. No one can really give you a free mobile handset, or fly you to Bratislava for 99p.»

Kay critica a quienes defienden la idea de que las personas pueden, con la información disponible, calcular el costo efectivo de los bienes, y sugiere que los que defienden estos esquemas de precios argumentan,

«[..]often correctly, that consumers can, with sufficient diligence, obtain all the information they need.»

He usado ese argumento en el pasado, pasí que me siento tocado, pero creo que Kay tiene razón al proseguir:

«But most of us have better things to do than to engage in line-by-line scrutiny of our mobile phone bills, or undertake a discounted cash flow calculation of the lifetime cost of a £50 document printer.»

La propuesta de Kay es que se faciliten las comparaciones y que en particular en el caso de los cobros por el uso de tarjetas:

» Small regulatory and legal changes might help. A general principle that charges for making payments must be related to the transactions’ actual costs would both end some abuses and stimulate use of the cost-effective debit card system. «

Tal vez habría que extender el principio más generalmente, en el sentido de limitar la descomposición de servicios que ya están estandarizados en componentes con precios arbitrarios.

En el caso chileno, esto se podría traducir en que las tiendas de departamentos no reduzcan el precio de los productos para resarcirse luego con tasas excesivas, que los cobros por mora no sean ridículamente elevados y que en general, la letra chica de los contratos no sea el origen de las utilidades de las empresas. La contrapartida es como evitar entorpecer la creatividad de los empresarios, si se introducen demasiadas rigideces en los esquema de precios posibles.

Esta pregunta no tiene una respuesta fácil. Pero si no se encuentra una respuesta, el descontento con el sistema podría seguir aumentando, como ya se observa en nuestras protestas callejeras. Kay concluye de esta forma:

«When people see many examples of minor exploitation of consumers in their daily lives, they will conclude that extensive exploitation is characteristic of business as a whole. And they may be right. If caveat emptor is seen as a dominant business principle by both producers and consumers then the legitimacy of capitalism and market organisation will not long survive.»/blockquote>

Señales costosas y gobierno

R. Fischer

Hay claras señales de pérdida de control en el gobierno, que parece navegar a la deriva, enfrentando las protestas de todo tipo sin un leitmotiv que defina sus objetivos. Las críticas son de todo orden, pero una que parece central es la percepción de que el gobierno es controlado por los grandes empresarios y que son sus ejecutivos los que conforman el gobierno. Probablemente también molesta la concentración de egresados de la PUC, la obsecuencia frente a los políticos más conservadores en materias religiosas y la cantidad de personeros de la aristocracia chilena en el gobierno. Para dar un ejemplo, hay personas que se oponen a Hidroaysén, no solo por las consideraciones ambientales acostumbradas, sino sobre todo porque Colbún pertenece a los Matte.

Estas características del gobierno no tenían por que ser el problema que han llegado a ser, porque el gobierno tenía un discurso igualitario y meritocrático. Los cincuenta liceos de excelencia de Lavín, por ejemplo, podrían permitir una mayor circulación social que la actual, casi inexistente debido a la mala calidad de la educación municipal. Pero para que el público crea un anuncio como ése, que va contra lo que el público espera de un gobierno de derechas, éste debe estar acompañado por medidas o señales que le cuesten al gobierno, pero que demuestren su sinceridad.

La Concertación lo hizo y tuvo éxito. En sus primeros años, existía temor entre los empresarios frente a un gobierno que incluía a socialistas y democratacristianos que habían explotado los campos durante la reforma agraria. La Concertación tomó medidas –costosas en su ámbito interno– para mostrarle a los empresarios que no tenían nada que temer. Y debido justamente a este costo interno (los autoflagelantes de mediados de los 90 fueron un resabio de esos costos) tuvieron éxito en convencer al empresariado de que sería poco riesgoso invertir. El resultado fue la espectacular tasa de crecimiento de la primera mitad de los 90. Hay otros factores, por supuesto, como fue el buen manejo económico de aquellos años, pero no se puede olvidar la importancia de esto gestos costosos de la Concertación hacia el empresariado.

El actual gobierno no ha hecho nada parecido. Pese a su supuesta capacidad empresarial, su manejo no ha sido eficiente, como lo demuestran los bajos niveles de ejecución del gasto. Además no ha tomado medidas que sean costosas, pero que indiquen que se toma en serio el tema de la meritocracia y la igualdad. Sus medidas en general han sido populistas y fáciles, como aumentar el gasto–7% de los jubilados, postnatal– pero nada que sea costoso para sus partidarios, pero que por lo mismo demuestre su compromiso con la idea de meritocracia y equidad.

Propongo algunas ideas, que podrían mostrar que el gobierno no está al servicio de pechoños, o de los empresarios (y que probablemente requieran apoyo de parlamentarios de la Concertación para aprobarse frente a la oposición de muchos parlamentarios de la Alianza):

  • Aprobar una ley de matrimonio homosexual o de Acuerdo de Vida en Común, en su defecto.
  • Establecer políticas para reducir la concentración de derechos de agua no consuntivos. Por ejemplo, elevar sustancialmente las contribuciones por no uso de esas aguas. Alternativamente, realizar una presentación al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, solicitando que establezca medidas con ese objeto.
  • Definir política que aumenten la competencia en el sector financiero, y en general apoyar fuertemente a los organismos antimonopolio.
  • Mejorar las leyes de derechos de agua consuntivos y los de propiedad minera, eliminando los derechos excesivos y traslapados, y velando por la legalidad de su establecimiento original, si son recientes.
  • Mejorar el derecho procesal en la justicia civil, para que no solo las personasde altos ingresos puedan, en la práctica, acceder a ella.

Es la teoría de las señales costosas, baby.

DSK

R. Fischer

El caso de Dominique Strauss-Kahn definitivamente va a pasar a engrosar aquellos que le dan fuerza a los amantes de las teorías conspirativas. Recordenos los hechos:

En un momento de crisis en la Unión Europea, con el FMI apoyando intervenciones y con su Director como candidato preferido a la presidencia de Francia, éste es acusado de violación en Nueva York. Es encarcelado en forma pública humillante, y obligado a renunciar al FMI. Ahora parece que es inocente –lo más probable– o nunca se lo podrá condenar porque su única acusadora es una mujer que ha mentido en temas delicados e importantes en el pasado, y que tiene amigos criminales que han hecho grandes depósitos en su cuenta corriente. Por último, se supo luego que siguió limpiando piezas luego del supuesto ataque, pese a que había declarado que había quedado en estado de shock. Tampoco parece ser la mujer religiosa que se anunció originalmente. El fiscal de Nueva York acaba de pasar una de las peores vergûenzas que se recuerden en la ciudad.

¿Como no van a nacer teorías conspirativas?

Energía solar y costo de la intermintencia

R. Fischer

He escrito en el pasado que me parecía que la energía solar era una de las fuentes potenciales de energía importantes en nuestro futuro, una vez que los costos de producir paneles fotovoltaicos caigan a niveles más razonables. Un artículo interesante de hace dos semanas en el NBER de Gautam Gowrisankaran, Stanley S. Reynolds y Mario Samano, Intermittency and the Value of Renewable Energy examina cuidadosamente los distintos costos y ganancias de un requisito mínimo de producción eléctrica de origen solar.

Los autores hacen un estudio detallado sobre los costos de establecer requisitos mínimos de energía solar de 10%, 20% y 30% en Tucson, Arizona, uno de los lugares más soleados y desérticos de los Estados Unidos, y por lo tanto, lo mejor posible para este tipo de energía. Según sus cálculos, que son extremadamente cuidadosos, el costo promedio de generación solar sería un 300% mayor que el de la generación con GNL. Es decir, aproximadamente $193/MWh contra $58/MWh para una central de ciclo combinado (nuestros costos de la energía de centrales de ciclo combinado son mucho más altos, pues conseguimos el GNL a un valor mucho mayor). A este costo se le debe descontar el de las reducciones en el costo de transmisión, pero se le debe agregar el costo de la intermitencia no prevista (una nube que reduce la energía producida) y el de la intermitencia predecible, como se verá. Además, se le debe restar el valor de las reducciones en la emisión de CO2.

En todo caso, la energía solar es cara actualmente, debido a los elevados costos de los paneles fotovoltaicos. Sin embargo se espera que éstos caigan en el futuro mediano a un 40% del valor actual de US$5/W. Hay otro costo importante, debido a la intermitencia de la generación solar. El problema se debe a que el perfil de producción de energía es distinto del perfil de consumo. La siguiente figura, proveniente del artículo, muestra la demanda de energía y la producción de energía fotovoltaica:

Debido a las diferencias entre el perfil de producción y demanda por energía, hay horas sin producción, o con producción muy baja. En un sistema en que existen reservas acumulables eso no es problema: es el caso de sistemas eléctricos con centrales hidroeléctricas asociadas a embalses. En ellos, cuando producen a full las centrales fotovoltaicas, se puede reducir el consumo de agua de los embalses, ahorrándola para momento en que los paneles solares no generan. Es decir, las centrales solares y las de embalse son complementarias, lo que debería reducir la oposición ambientalista a ellas.

En sistemas como los de Tucson o el Norte de Chile, donde no hay embalses, hay que disponer de capacidad de reserva de otro tipo: por ejemplo, en centrales adicionales de ciclo combinado, por lo que no se ahorran muchos costos de capital al instalar centrales solares, y esto aumenta los costos. Sin embargo, los autores demuestran que este aumento de costos no es demasiado importante: 1.5-8% del costo de producción fotovoltaica.

Finalmente, los autores presentan un cuadro con distintos valores de los beneficios estimados de reducción en las emisiones de CO2, para distintos niveles de regla de producción fotovoltaica, y los valores de los paneles fotovoltaicos que harían que la medida fuera neutral:

Por ejemplo, en la tabla, si el requisito fotovoltaico es de un 10% de la producción, y el beneficio de la reducción de emisiones es de Us$25/ton, el requisito no tiene costos sociales si el costo de las celdas fotovoltaicas es de US$1,98/W, un 40% de su valor actual. Es interesante que este costo decrece para restricciones mínimas más elevadas (20 0 30%) cuando el costo de CO2 es elevado. El motivo es que los requisitos más estrictos desplazan la producción de centrales térmicas alimentadas por carbón, las que emiten mucho más CO2 por unidad de energía producida que las centrales de ciclo combinado

En base a este artículo Se puede ser cautamente optimista y pensar que si se reducen sustancialmente los costos de los paneles fotovoltaicos, la generación solar podría ser competitiva en el Norte si se consideran los ahorros en transmisión (debido a que las centrales se pueden ubicar cerca de la demanda), y valorando los ahorros en las emisiones de CO2 en un valor más o menos alto.

Universidades e información

R. Fischer

El conflicto de las universidades tiene demasiadas aristas como para examinarlo en un artículo corto, pero si hay un par de puntos que deseo tocar:

1. ¿Que entiende el rector Pérez Vera por la «Ley de Lobby»? Entiendo que el Congreso aprobó una Ley de Lobby que fue vetada por el gobierno de Bachelet en 2008, y no ha continuado su trámite. ¿Es ésta la Ley que solicita el rector de la U.? Y ¿por qué es tan importante para las universidades del CRUCH esta ley, tan vital que es preferible abortar posibles acuerdos con el gobierno debido a que no se la incluye? Después de todo, esto sería un ámbito que excede el de las Universidades, por muy estatales que sean. ¿O se trata de otra ley de lobby, específica para universidades? No entiendo.

2. Un punto de clara deficiencia en el sistema actual de universidades es la falta de información sobre la calidad de éstas. Calidad no en el sentido que interesa a las universidades de élite, sino en el de como son los resultados de los graduados en su vida laboral posterior.

Existe un proyecto conjunto entre el Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile y la U. Adolfo Ibáñez, liderada por Patricio Meller y José Brunner sobre los ingresos de los graduados. Tienen la información de los ingresos totales de todos los graduados de distintas universidades por carrera y por hasta cinco años posteriores a la graduación. Esta es información valiosísima para los estudiantes que pretenden ingresar a una carrera en una determinada universidad.

No es lo mismo estudiar ingeniería industrial en la U. de Chile que hacerlo en la U. del Pacífico. Es vital para un estudiante que evalúa si le conviene estudiar en la U. de Pacífico saber si sus ingresos como graduado le permitirán pagar el préstamo que pidió para estudiar y además vivir. Podría ocurrir que le conviniera una carrera técnica de menor duración y costo, acaso mejor pagada.

Sin embargo, esta información no está disponible. A Meller y Brunner solo les permiten publicar información promedio, pese a las evidentes diferencias entre universidades. Dado el tiempo que tarda determinar si una universidad presta un buen servicio, esta información sería vital. Creo que se debe establecer la obligación de entregar la información de los titulados de las universidades que reciben recursos estatales (incluyendo alumnos con créditos con aval estatal), sin exigir condiciones. Así Meller y Brunner publicarían datos realmente útiles para los estudiantes en universidades que no son de élite (su información es útil, pero podría serlo mucho más). Estimo que ello podría resolver buena parte de las quejas sobre la calidad de la educación que proveen las distintas universidades. Esta información es mucho más importante para los estudiantes que la que se obtiene en los procesos de acreditación. Éstos solo establecen estándares mínimos para el proceso de estudios, pero no permiten comparar en forma relativa carreras y universidades (salvo con los años de acreditación, una medida bastante subjetiva).

Hay mucho más sobre el tema de las universidades, pero daría para largo…