UF e inflación

R. Fischer

Una de las ventajas de los coloquios del tipo Liberty Fund es que dan pensar en temas en los que nunca les he dedicado neuronas. En este Coloquio, algunos de los trabajos que se discuten intentan diseñar mecanismos para evitar que los gobiernos o el Banco Central aprovechen el monopolio de la emisión de papel moneda para imponer un impuesto ilegítimo (porque no autorizado por el Congreso), la inflación.

Eso me puso a pensar en nuestra venerable UF, que funciona como una unidad de cuenta y se utiliza para algunos contratos de trabajo, para casi todas las compras de vivendas y terrenos, arriendos, hipotecas, seguros y en general, cualquier contrato de larga duración o sobre un activo durable. Además, nuestra economía está aún más indexada, con impuestos basados en ingresos indexados e incluso con tramos de impuestos indexados.

La consecuencia es que la inflación es un mecanismo mucho menos efectivo para recaudar recursos, ya que solo afecta a los contratos no indexados, y no aumenta los impuestos recogidos por cambio de tramo, como ocurre en los EE.UU. Tampoco tiene efectos en la relación entre acreedores y deudores, al menos en de largo plazo.

Una consecuencia es que hay menos incentivos a crear inflación, pues ésta tiene menos efectos reales. También están limitados los ingresos por segniorage, ya que hay menos espacio en la economía para diluir los pesos adicionales, lo que hace que la inflación salte rápido. Por el mismo motivo, es difícil detener la inflación una vez comenzada: es como si hubiera menos fricción en la economía, ya que se separa el corto plazo (afectado por la inflación), del largo plazo, que es inmune a sus efectos directos. Y al haber menos fricción, la reducción de inflación es difícil, y tardó casi toda la década de los 90 pasar del 10% anual al 3% anual al que estamos semi-acostumbrados.

Sin embargo, ha resultado difícil explicar esto en el coloquio, en parte porque es demasiado exótico, y en parte porque reduce la importancia de las propuestas por un patrón oro, tan apreciadas por los austríacos.

Austríacos de nuevo

R. Fischer

Tal como el año pasado, nuevamente he sido invitado a un coloquio del Liberty Fund, sobre temas de economía austríaca, en Guatemala. La conferencia es organizada por la Universidad Francisco Marroquín, una de las pocas partes del mundo donde se puede estudiar este tipo de economía. Soy uno de los tres invitados que pertenecemos a la economía convencional, y aunque disentimos de los principales leitmotivs de esta tendencia, los coloquios son interesantes, porque aprendemos sobre un área del pensamiento económico que no conocíamos. El tema de este coloquio es «El dinero y las instituciones financieras» y las lectura que se discuten incluyen no solo a Hayek y von Mises (a quiénes casi no conozco) sino autores como Yaeger o V. Smith, que me eran completamente desconocidos. Ideas que plantearon algunos de los participantes y que no se me hubieran ocurrido:

  • Que Milton Friedman puede estar a la izquierda de algunos pensadores. Friedman puede ser mirado en menos por estar a favor de la existencia de Bancos Centrales y de los seguros a losdepósitos (al menos durante buena parte de su vida). Alternativamente, hay personas que se entristecen al leer sus escritos económicos pues traicionan las ideas liberales.
  • Que el fractional banking (es decir, que los bancos presten gran parte de las platas que tienen depositadas) es un robo.
  • Que el patrón oro resuelve todos los problemas monetarios, y en particular, es mejor que una patrón basado en una canasta de bienes de consumo. O tal vez no se entendió la idea, porque los austríacos no confían en los índices de precios.
  • Que los austríacos desconfían de la medición de variables económicas y de las matemáticas usadas en la economía. Prefieren los métodos deductivos y una especie de intuición de como deberían comportarse los agentes económicos.
  • Que muchos austríacos parecen no conocer el argumento de roundaboutness de Eugen von Böhm-Bawerk para la determinación de la tasa de interés.
  • Que los indicadores de inflación son inútiles para determinar políticas de los bancos centrales. En todo caso, el único objetivo de los bancos centrales es robarle a los ahorrantes:

    «The destruction of the monetary order was the result of deliberate actions on the part of various governments. The government-controlled central banks and, in the United States, the government-controlled Federal Reserve System were the instruments applied in this process of disorganization and demolition.» von Mises, Sound Money, 2nd ed, 1952.

  • Que todo gasto público es un robo.

Kotlikoff y los bancos

R. Fischer

He estado leyendo sobre un tema del que no sabía casi nada: formas alternativas de estructurar bancos. Existe una corriente de economistas austriacos que piensa que  los bancos no deberían prestar contra depósitos a la vista. Es decir. no debería existir fractional banking, o al menos no para ese tipo de depósitos (los depósitos a plazo son otra cosa).

El argumento , me parece, es que la creación de dinero asociado a la fractional banking no debería ser tolerada. Además, existe el efecto colateral de impedir las corridas bancarias, porque un banco que tiene 100% de reservas sobre sus depósitos en cuenta corriente no puede sufrir una corrida (aunque puede quebrar). Sin entrar a discutir los méritos de la propuesta austriaca,  sirve como introducción a la idea de Kotlikoff sobre los bancos.

L. Kotlikoff es un famoso economista, ahora en la U. de Boston, que  llegó a la conclusión que el sistema financiero actual debe ser modificado radicalmente para evitar eventos como el de 2008. En una serie de editoriales (este es uno de los primeros, con Ed Leamer) y en su libro «Jimmy Stewart Is Dead: Ending the World’s Ongoing Financial Plague with Limited Purpose Banking» presenta en forma más extensa sus ideas (no he leído aún ese libro). ¿Cómo pretende acabar con los desastres del mundo financiero?

Su idea es que todas las instituciones financieras funcionen como distribuidores de distintos tipos de fondos mutuos. Es decir, los bancos solo serían canales hacia distintos tipos de fondos mutuos y cobrarían por el servicio. En particular, para los depósitos s la vista, los bancos tendrían que tener un respaldo de 100% (como los proponentes de full reserve banking). Pero para otro tipo de inversiones, los bancos, en vez de prestar ellos mismos, traspasarían las platas de los inversionistas a fondos mutuos con el perfil de riesgo deseado por los depositantes.

Por ejemplo, en vez de que sea el banco el que entregue una hipoteca (en la forma chilena, un mutuo hipotecario) usando recursos de los depositantes, solo se prestaría en la forma de letras hipotecarias. Habría un fondo mutuo cerrado (o sea que no cambia su cartera en el tiempo) de letras hipotecarias que captaría recursos, usando a los bancos como intermediarios de los depositantes que quieren invertir en el mercado inmobiliario. El depositante –e inversionista– compraría una participación en el fondo mutuo a través del banco. La gracia del esquema, es que el fondo mutuo de letras hipotecarias no puede quebrar; a lo más puede retornar menos de lo esperado porque algunos deudores no pagan. Un esquema similar se usaría para invertir en otros sectores e incluso hay un esquema apropiado para reemplazar a los actuales seguros con las tontines del pasado.

Según Kotlikoff, así se evitaría que los banqueros utilicen los recursos de los depositantes en sus apuestas financieras, protegidos por los gobiernos cuando finalmente el sistema colapsa por los errores interesados que cometen. Este resumen es muy imperfecto, pero da un sabor de las ideas de Kotlikoff. Uno de los componente esenciales de su proyecto puede ser la mayor debilidad del esquema.

Kotlikoff propone eliminar el sistema regulatorio actual del sector financiero, creando en su reemplazo una sola (gran) agencia federal que se ocuparía de verificar que los fondos mutuos hacen lo que establecen sus estatutos, que los instrumentos están efectivamente en los fondos mutuos (evitando fraudes), y que además evalúe los riesgos reales de los distintos fondos mutuos para que las decisiones de los inversionistas sean informadas. ¿Será posible crear una institución capaz de hacer todas estas tareas bien? Y, ¿podría responder al lobby políticos y económico que enfrentaría?

El segundo problema es que Kotlikoff propone reemplazar el actual sistema de seguridad social en los EEUU por un fondo mutuo único que invierta los recursos de los trabajadores en forma global, en proporción al tamaño de las economías y al de los distintos sectores. Por ejemplo, invertiría en instrumentos europeos, asiáticos, etc; y tanto en mercados accionarios como de deuda estatal, hipotecarios, venture capital y otros. Al ser centralizada la inversión, cree que será barato invertir (no como nuestras AFP), con bajo riesgo, y será imposible, como ocurre ahora en los EEUU, favorecer a una generación a costa de generaciones futuras. La pregunta es: considerando el tamaño de ese fondo, ¿qué significado tendrían los precios de mercado? Es decir, un fondo mutuo que invierte en un índice de acciones no genera información de mercado, y ¿qué sucedería con el valor de información de los precios si casi todo el mercado se manejara así?

Marginal Revolution tiene otras críticas a la propuesta de Kotlikoff.

El mejor gobierno es el que no cumple sus promesas electorales

R. Fischer

Ante tantas promesas electorales incumplidas, con el tiempo se ha instalado la idea que los gobiernos electos son buenos si cumplen sus promesas electorales. En algunos casos, se ha llegado al extremo de asignarle puntaje al grado de cumplimiento numérico de estas promesas, medición que usan los opositores para criticar a los gobiernos.

Creo que esto es un error de alto costo para  la sociedad. La disputa electoral obliga a que los candidatos realicen promesas cada vez más costosas debido a su populismo: posnatal, eliminación del 7% a los jubilados  y otras del mismo tenor. Esas medidas no solo son caras y distraen recursos de otras tareas más valiosas, sino que en muchos casos son injustas. El 7% a los jubilados olvida que los ancianos son la cohorte de edad que tiene menos pobres, y el posnatal no solo atenta contra la libertad de trabajo de las mujeres, sino que las valora solo como fábricas de bebés (si fueran consistentes, las feministas deberían estar furiosas). Las promesas a los estudiantes universitarios van a crear un nuevo ítem de gastos permanentes que en un futuro de menores precios del cobre podría ser insostenible.

En resumen, entre promesas electorales y acomodos a los grupos de presión, nuestra economía se hace cada vez más ineficiente (y las medidas pro-competitividad de Fontaine se pierden a la menor oposición de grupos organizados).

Eso conduce a la conclusión que los mejores gobiernos son los que no cumplen su promesas electorales cuantificables, las que se realizarían solo para competir por atraer votantes. Las verdaderas promesas de un candidato –y que debería esforzarse por cumplir– son aquellas que no son fácilmente cuantificables: mayor o menor liberalismo en temas morales, más o menos igualdad de oportunidades, más o menos igualdad de ingresos, más o menos honestidad o eficiencia, o combinaciones de variables de ese tipo.

Por ejemplo, si un candidato pone énfasis en la igualdad (a costa de la igualdad de oportunidades) y en el valor del liberalismo en temas morales,  pero omite otros temas, el electorado considerará que los omitidos son temas menos importantes para el candidato, y que los temas enfatizados representan su promesa general de gobierno. Si el candidato es elegido, la percepción del público del grado de cumplimiento de esa promesa general  (una variable cualitativa) indica si ha respondido a sus votantes y si es exitoso. Entender esta idea significa olvidarse de cumplir promesas cuantitativas, y así el candidato puede gobernar sin estar a merced de una medición espuria  de metas cuantitativas sin más sentido que el objetivo electoral.

Como un ejemplo, el actual gobierno es impopular, pese a que se ha esforzado por cumplir sus promesas cuantitativas de eliminar el 7% para los ancianos,  el ingreso ético y el posnatal, entre otros. Pero falla y produce desconfianza porque no está cumpliendo sus promesas más generales de eficiencia,  reducción de criminalidad, ni se percibe más igualdad de oportunidades.

El problema de los bienes y servicios complejos

R. Fischer

John Kay nuevamente escribe un artículo en el Financial Times que ayuda a reflexionar sobre algunas de las deficiencias actuales de los mercados, y que además resulta particularmente relevante en el contexto nacional. En «The $10 minibar beer is no basis for capitalism«, Kay señala que una de las causas del descontento con el sistema capitalista actual es el hecho que la publicidad de productos y servicios esconde su verdadero costo.

En sus ejemplos, Kay explica lo que quiere decir:

«If you plan to fly with a low-cost airline this summer, you will have discovered that the final bill was not so low cost after all. Additional charges, not just for baggage but for payment and even for checking in, have prompted a super complaint from the UK consumer organisation Which? and spurred the Office of Fair Trading into action.

And have you struggled to understand your mobile phone bill? Bought a cartridge of ink that costs almost as much as the printer? Do you fill in your personal details on an insurance comparison website every year, or just accept uncompetitive renewal terms? Have you used the internet or the minibar in a hotel, or watched the teaser offer on a mortgage revert to a standard variable rate?

Products are complex, and time is scarce. Consumers focus on a few headline prices and features when they make their choices and so competition is focused on those headline prices and features. Economics 101 teaches that markets work best when competition leads to prices in line with costs, but in markets like these, competition has the opposite effect. Producers do not necessarily make excessive profits overall because the prices of key features are forced down to uneconomic levels. No one can really give you a free mobile handset, or fly you to Bratislava for 99p.»

Kay critica a quienes defienden la idea de que las personas pueden, con la información disponible, calcular el costo efectivo de los bienes, y sugiere que los que defienden estos esquemas de precios argumentan,

«[..]often correctly, that consumers can, with sufficient diligence, obtain all the information they need.»

He usado ese argumento en el pasado, pasí que me siento tocado, pero creo que Kay tiene razón al proseguir:

«But most of us have better things to do than to engage in line-by-line scrutiny of our mobile phone bills, or undertake a discounted cash flow calculation of the lifetime cost of a £50 document printer.»

La propuesta de Kay es que se faciliten las comparaciones y que en particular en el caso de los cobros por el uso de tarjetas:

» Small regulatory and legal changes might help. A general principle that charges for making payments must be related to the transactions’ actual costs would both end some abuses and stimulate use of the cost-effective debit card system. «

Tal vez habría que extender el principio más generalmente, en el sentido de limitar la descomposición de servicios que ya están estandarizados en componentes con precios arbitrarios.

En el caso chileno, esto se podría traducir en que las tiendas de departamentos no reduzcan el precio de los productos para resarcirse luego con tasas excesivas, que los cobros por mora no sean ridículamente elevados y que en general, la letra chica de los contratos no sea el origen de las utilidades de las empresas. La contrapartida es como evitar entorpecer la creatividad de los empresarios, si se introducen demasiadas rigideces en los esquema de precios posibles.

Esta pregunta no tiene una respuesta fácil. Pero si no se encuentra una respuesta, el descontento con el sistema podría seguir aumentando, como ya se observa en nuestras protestas callejeras. Kay concluye de esta forma:

«When people see many examples of minor exploitation of consumers in their daily lives, they will conclude that extensive exploitation is characteristic of business as a whole. And they may be right. If caveat emptor is seen as a dominant business principle by both producers and consumers then the legitimacy of capitalism and market organisation will not long survive.»/blockquote>

Señales costosas y gobierno

R. Fischer

Hay claras señales de pérdida de control en el gobierno, que parece navegar a la deriva, enfrentando las protestas de todo tipo sin un leitmotiv que defina sus objetivos. Las críticas son de todo orden, pero una que parece central es la percepción de que el gobierno es controlado por los grandes empresarios y que son sus ejecutivos los que conforman el gobierno. Probablemente también molesta la concentración de egresados de la PUC, la obsecuencia frente a los políticos más conservadores en materias religiosas y la cantidad de personeros de la aristocracia chilena en el gobierno. Para dar un ejemplo, hay personas que se oponen a Hidroaysén, no solo por las consideraciones ambientales acostumbradas, sino sobre todo porque Colbún pertenece a los Matte.

Estas características del gobierno no tenían por que ser el problema que han llegado a ser, porque el gobierno tenía un discurso igualitario y meritocrático. Los cincuenta liceos de excelencia de Lavín, por ejemplo, podrían permitir una mayor circulación social que la actual, casi inexistente debido a la mala calidad de la educación municipal. Pero para que el público crea un anuncio como ése, que va contra lo que el público espera de un gobierno de derechas, éste debe estar acompañado por medidas o señales que le cuesten al gobierno, pero que demuestren su sinceridad.

La Concertación lo hizo y tuvo éxito. En sus primeros años, existía temor entre los empresarios frente a un gobierno que incluía a socialistas y democratacristianos que habían explotado los campos durante la reforma agraria. La Concertación tomó medidas –costosas en su ámbito interno– para mostrarle a los empresarios que no tenían nada que temer. Y debido justamente a este costo interno (los autoflagelantes de mediados de los 90 fueron un resabio de esos costos) tuvieron éxito en convencer al empresariado de que sería poco riesgoso invertir. El resultado fue la espectacular tasa de crecimiento de la primera mitad de los 90. Hay otros factores, por supuesto, como fue el buen manejo económico de aquellos años, pero no se puede olvidar la importancia de esto gestos costosos de la Concertación hacia el empresariado.

El actual gobierno no ha hecho nada parecido. Pese a su supuesta capacidad empresarial, su manejo no ha sido eficiente, como lo demuestran los bajos niveles de ejecución del gasto. Además no ha tomado medidas que sean costosas, pero que indiquen que se toma en serio el tema de la meritocracia y la igualdad. Sus medidas en general han sido populistas y fáciles, como aumentar el gasto–7% de los jubilados, postnatal– pero nada que sea costoso para sus partidarios, pero que por lo mismo demuestre su compromiso con la idea de meritocracia y equidad.

Propongo algunas ideas, que podrían mostrar que el gobierno no está al servicio de pechoños, o de los empresarios (y que probablemente requieran apoyo de parlamentarios de la Concertación para aprobarse frente a la oposición de muchos parlamentarios de la Alianza):

  • Aprobar una ley de matrimonio homosexual o de Acuerdo de Vida en Común, en su defecto.
  • Establecer políticas para reducir la concentración de derechos de agua no consuntivos. Por ejemplo, elevar sustancialmente las contribuciones por no uso de esas aguas. Alternativamente, realizar una presentación al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, solicitando que establezca medidas con ese objeto.
  • Definir política que aumenten la competencia en el sector financiero, y en general apoyar fuertemente a los organismos antimonopolio.
  • Mejorar las leyes de derechos de agua consuntivos y los de propiedad minera, eliminando los derechos excesivos y traslapados, y velando por la legalidad de su establecimiento original, si son recientes.
  • Mejorar el derecho procesal en la justicia civil, para que no solo las personasde altos ingresos puedan, en la práctica, acceder a ella.

Es la teoría de las señales costosas, baby.

Porqué Hidroaysén

La aprobación ambiental del complejo de centrales hidroeléctricas en Aysén no ha tenido buena recepción en el público, que la recibió con protestas en distintas ciudades. La idea de enormes lagos artificiales y líneas de transmisión alterando el paisaje de Aysén no es atractiva. Entiendo el problema, porque los mismos motivos me hicieron dudar del proyecto por años, pero una reflexión más cuidadosa me mostró que no tenemos otra opción.

Cada año, el país requiere aumentar su capacidad de generación en unos 500MW para hacer frente al crecimiento de la economía. Los ambientalistas sugieren que se debe aumentar la eficiencia, produciendo más con menos energía. Así se necesitaría una cifra menor a 500 MW anuales para acomodar el crecimiento. Pero nuestras empresas, que enfrentan el costo real de la energía (sin subsidios), ya realizan el esfuerzo eficiente.

En nuestra etapa de desarrollo productivo, reducir el consumo es imposible, salvo que quisiéramos transformarnos en un país focalizado en el turismo, al estilo de Costa Rica (país que depende de la hidroelectricidad para la mayor parte de sus necesidades energéticas). Por lo demás, esto es inviable por nuestra localización geográfica, mayor tamaño y población. Descartada esta posibilidad, el desarrollo y la equidad requieren una economía que crece y que usa más energía. Pero las empresas solo pueden competir si sus insumos, entre ellos la electricidad, no son demasiado caros. En resumen, se debe aumentar la producción de electricidad, a un costo razonable.

¿De dónde podrían salir los 500 MW en capacidad adicional? Entre las renovables, la energía eólica es impredecible y tiene un factor de planta de menos de un tercio de la capacidad instalada, lo que eleva su costo de inversión. La energía solar aún no es económica, aunque si alguna vez bajaran sus costos, el país tiene excelentes condiciones para su desarrollo. La geotermia parece ser parte del futuro energético: sus costos de instalación no difieren mucho de los de las energías convencionales, y solo la limita actualmente el riesgo de exploración. Las minihidro son ambientalmente atractivas, pero su potencial es limitado (unos 3.000-4000 MW), aparte de requerir líneas de transmisión ubicuas.

Restan como energías de bajo costo la nuclear, la termoelectricidad y el carbón. Dejando de lado la energía nuclear, porque no podría implementarse antes de la mitad de la siguiente década, en el mediano plazo solo quedan el carbón y la hidroelectricidad. Si no se construyen centrales hidroeléctricas –en particular Hidroaysén– tendremos que usar más carbón. El desarrollo usando carbón produce severos daños ambientales y, peor aún, es probable que nuestras exportaciones sean castigadas en el futuro si la energía que usan produce gases invernadero. Por su parte, Hidroaysén tiene un factor de planta muy elevado, prometiendo un suministro estable y que no produce (salvo por la descomposición inicial de material orgánico sumergido) gases invernadero. En general, los desarrollos hidraúlicos en Chile tiene impacto visual, pero sus perjuicios ambientales son menores.

Para concluir, el desarrollo económico es más amable con la naturaleza: basta comparar a Haití con cualquier país desarrollado. A Haití no le quedan bosques porque los han usado como leña. En Europa, los bosques se han recuperado de las depredaciones del pasado. En Corea, aunque el medio ambiente no fue una preocupación importante durante su etapa de desarrollo, ahora si lo es y tiene recursos para dedicarle. Si deseamos reducir el impacto ambiental, es necesario alcanzar rápido el desarrollo, para así tener la capacidad de destinar recursos a proteger el medio ambiente.

Subsidio a los combustibles

Es notable el populismo de los parlamentarios en el caso de los combustibles (no se puede distinguir entre parlamentarios de un signo u otro, ya que actúan en manada). Esto se traduce en inconsistencias enormes en sus políticas: por un lado abogan por políticas redistributivas y por otro lado subsidian a los de mayores ingresos al reducir el precio de la bencina. Dado que lso recursos del Estado son finitos, cada vez que se subsidian los combustibles (beneficiando proporcionalmente más a quienes tienen mayores ingresos y autos de mayor tamaño), queda menos para destinar a quienes tienen menos.

Además, hace poco fue aprobada la Ley de SIPCO que preveía reducir las fluctuaciones en los precios de los combustibles. Si los diputados estaban en desacuerdo, ¿no leyeron lo que aprobaron hace tan poco?

Una forma de descentralizar

Una de los supuestas grandes problemas de Chile es su excesivo centralismo. Casi todas las decisiones importantes se toman en la capital, y ella además atrae a las personas más ambiciosas y talentosas del resto del país. Por otra parte, no es claro que en un país con tan poca población, el centralismo sea malo. Existe una corriente de economistas que estudian la economía de las ciudades, como Ed Glaeser, que creen que las grandes ciudades son extremadamente eficientes, al concentrar numerosas actividades, y crear externalidades de creatividad que no poseen las ciudades de menor tamaño. Siguiendo a Glaeser, nuestro país sería más eficiente y competitivo con un Santiago que con dos medio-Santiagos.

Así y todo, presiones políticas regionales exigen la descentralización del país. Para contrarrestar el centralismo, se han diseñado numerosas y costosas políticas, las que no han tenido demasiado éxito. Arica y Punta Arenas han sido subsidiadas por décadas, pero ello no ha impedido que su población disminuya y su actividad decaiga. Otras medidas han sido administrativas, delegando poder a autoridades regionales o locales, a menudo generando problemas debido a faltade capacidad local o han generado corrupción.

Un síntoma, y a la vez uno de los peores problemas de la centralización es que las empresas de todo el país, una vez alcanzado cierto tamaño, deben establecer su oficina matriz en Santiago. Es la única forma de tener acceso directo a las oficinas de los bancos donde se toman las decisiones de crédito cuando su magnitud excede cierto tamaño. Las oficinas regionales de los bancos no disponen del poder de decisión para entregar créditos de tamaño razonable para una empresa mediana en su etapa de crecimiento.

Este es un problema que tiene solución, la que puede ser efectiva en descentralizar al país, pero ella podría no ser eficiente desde un punto de vista económico.

Supongamos que se aprobara una ley del tipo que existía en los EE.UU. en el pasado, que obligara a los bancos a operar solo en su Región de origen (con un período de transición, por supuesto). Los bancos ubicados en Santiago tendrían que vender sus sucursales, probablemente a empresarios regionales. Así se crearía una red de bancos regionales para satisfacer los requerimientos de crédito regionales. Claro, esto sería una pesadilla para la SBIF, pero eso sería un problema aperte.

Los nuevos bancos regionales probablemente solicitarían recursos de los bancos de la capital (debido a que por su mayor capacidad económica y tamaño, pueden acceder a recursos financieros a menor costo), pero que en sus operaciones de crédito actuarían en forma independiente. Dado que conocerían mejor a sus clientes, y operarían en forma autónoma, las empresas regionales preferirían trabajar con ellos que instalar una sede matriz en la capital (salvo que se transformaran en empresas realmente grandes, para las cuales el menor costo de capital en lacapital compensara el costo del cambio de sede).

Al existir más empresas medianas o grandes con matrices basadas en regiones, habría una demanda por talento regional, por lo que la migración de personas con ambición e inteligencia desde regiones se reduciría. Al haber empresarios importantes en regiones, es probable que las artes y la cultura tendrían mayor desarrollo, como lo tuvieron en el pasado, cuando existían bancos regionales. El poder político de las regiones también aumentaría, ya que no todos los recursos provendrían de decisiones tomadas en Santiago, tanto por el sector privado como por el sector público.

¿Podrían esto beneficios compensar la menor eficiencia del sistema financiero debido a la restricción artiificial de operar fuera de su Región de origen? Es una pregunta a discutir.

Viva Estonia

Porque muestra que en realidad a veces los ajustes ortodoxos funcionan, pese a su enorme costo en el corto plazo. Cuando llegó la crisis, la situación de Estonia era desesperada. Su deuda era enorme, el desempleo era importante y tenía un gran déficit de cuenta corriente. La respuesta de Estonia fue ajustarse, reduciendo el gasto del Estado, y diseñando una de las políticas económicas más ortodoxas que se conocen.

No se devaluó la moneda, por lo que todo el ajuste se realizó con una caída en los salarios reales y en el consumo (se lo ha denominado una devaluación interna). Es bastante parecido a lo que trató de hacer De Castro con el dólar a $39 en el Chile del 81-82, pero que, pese a una dictadura, no funcionó en nuestro país. Hubo que devaluar para resolver la crisis, porque la crisis económica se transformó en una crisis política. Un gobierno que basaba gran parte de su apoyo en el buen manejo de la economía, no pudo resistir la presión política cuando el desempleo comenzó a aumentar y la crisis se nos vino encima.

En Estonia, tal vez por ser un país democrático, luego de más de cincuenta años de estar sometidos a la Unión Soviética, estuvieron más dispuestos a aguantar la crisis sin intentar amortiguarla. Parece que está resultando, como los señala A Fistful of Euros, que tiene este gráfico de la producción industrial de Estonia (todos los gráficos son del mismo artículo):

Claro que no todo está bien. El consumo y la inversión están lejos de los niveles anteriores a la crisis y la producción industrial ha aumentado solo porque el país con sus menores salarios ahora puede exportar. El país está creciendo, pero la composición de la producción se ha volcado a las exportaciones:

El producto, aunque por fin está creciendo, está lejos de los niveles previos a la crisis:

La explicación es que el desempleo apenas ha bajado desde el casi 20% que alcanzó en los peores momentos de la crisis. Algo ha mejorado (algo así como 15,8% de desempleo actualmente), pero aún es muy elevado y por eso es que el consumo ha caído tanto.

Luego de una crisis como ésta es probable que la estructura productiva de Estonia quede más sana y mas equilibrada de lo que lo era antes de la crisis. Si eso ocurre, es probable que la recuperación de la crisis sea permanente, y los estonios tengan un período largo de crecimiento. En todo caso, Estonia muestra que es posible realizar un ajuste tipo de Castro, y que la devaluación no es la única manera de ajustar una economía. Claro que para eso hay que ser un país estoico o Estonia.