Problemas de las leyes de protección intelectual

R. Fischer

Posner y Becker concuerdan en su crítica al actual sistema de protección de la propiedad intelectual (PI). Estoy de acuerdo. Según Posner, solo en algunas áreas son necesarias las patentes (el área farmaceútica, por ejemplo) y en particular  no son necesarias en el área de software. Su argumento se basa en que no se requieren grandes recursos para inventar en esa área (a diferencia de implementar las ideas en software, lo que se protege con copyright). Por su parte, los costos del sistema de patentes en software son excesivos, como lo demuestran casos como el de Apple contra Samsung y otros similares.

En cuanto a copyright, Posner y Becker estiman que en ese ámbito las leyes de PI no requiere tantas modificaciones, pero que el largo de la protección, vida más 70 años, es excesivo. Concuerdo. Creo que vida más 25 años es más que suficiente. Tal vez incluso eso sea excesivo y solo se requiera 20-30 años a partir de la publicación para todos los efectos beneficiosos del copyright.

Una última reflexión. Es interesante que intelectuales de derecha como Posner y Becker estén en contra de la Propiedad Intelectual, pese a ser una forma de propiedad. Es una antigua tradición en economistas de derecha; por ejemplo, Hayek estaba en contra de la propiedad intelectual.  Por otra parte, muchos artistas de izquierda  están en contra de todas las formas de propiedad, salvo la propiedad intelectual. Es una paradoja que merece ser analizada en detalle.

Un problema de los experimentos económicos

R. Fischer

La idea de experimentos ecónomicos es atractiva. En vez de realizar inferencias usando datos estadísticos provenientes del mundo real, con todas sus complicaciones y variables no observadas, usemos un laboratorio en el que se pueden aislar las variables que nos interesan para  entender mejor el comportamiento de los agentes económicos.

Los experimentos de este tipo han sido valiosos y han dado muchas pistas sobre el comportamiento individual en temas de interés para los economistas. Estos experimentos, justamente por ser de laboratorio, tienen un campo limitado a lo que se puede estudiar en ellos. Algunos investigadores han extendido estas metodologías al ámbito de políticas públicas, algo más difícil –o menos creíble– de reproducir en un laboatorio.

Para ello se utilizan dos técnica. La primera, y muy exitosa,  es la de los experimentos naturales, en que el investigador dscubre una variable, independiente de las variables cuyos resultados interesa determinar, que permite determinar si una cierta política es efectiva o no. Por ejemplo, supongamos que por un error computacional, las personas cuyo RUT termina en un número impar reciben una devlución de impuestos que es el doble del que reciben las demas personas.  Si pudieramos examinar el comportamiento de cnnsumo de una muestra estadísticamente significativa de ambos grupos, podríamos tener una buena idea sobre como se gasta o usa ese ingreso adicional y podríamos pensar en políticas públicas conociendo ese comportamiento en una forma pura, sin contaminación con otras variables.

Otro tipo de experimentos se han hecho populares m’;as recientemente. Se trata de aplicar los métodos experimentales clásicos a la economía, especialmente en temas de desarrollo. Por ejemplo, si se quiere estudiar el efecto de una política de estímulo preescolar en niños del mundo rural, se toman dos grupos de villorrios, elegidas al azar, para que sean homogéneas. En cada pueblito se eligen niños al azar en  ellas se les da un «tratamiento», por ejemplo, se les dan estímulos cognitivos. A otro grupo similar no se les dan estímulos y luego se comparan su rendimientos cognitivos. Así se podría estudiar el costo (a través del costo del experimento) y la efectividad de una política específica de estímulo preescolar. El objetivo es no hacer políticas públicas  a tontas y a locas, por intuición, sino hacerlo de una forma científica, conociendo la efectividad y sus costos reales en el campo, y no en el laboratorio.

En una Growth Week del International Growth Centre del LSE,  que se dedica a temas de desarrollo de países muy pobres, asistí la semana pasada a una presentación que muestra que pese a todos estos cuidados, los resultados igual pueden conducir a conclusiones erróneas. Para dar el contexto, hace dos años fui a una presentación en el mismo evento que mostraba como cambiaban los resultados de los estudiantes en colegios primarios en Kenia dependiento de los contratos de trabajo de los profesores. En Kenia los profesores tienen un sindicato poderoso y son inamovibles. Por lo tanto hacen mínimos esfuerzos. tienen una pésima asistencia y la educación de los niños sufre.

Los investigadores observaron que en algunas villas rurales, los padres se unían para contratar un profesor adicional, pagándoles mucho menos que a los profesores estatales (un 25% de lo que se paga a los profesores enviado por el Ministerio de Educación), y obtenían resultados de aprendizaje mucho mejores, pese a lo mal pagados. Los investigadores atribuían los buenos resultados a que estos profesores adicionales estaban incentivados porque, a diferencia de los profesores enviados por el Ministerio, podían no ser recontratados si sus resultados eran malos.  Las escuelas de pedagogía de Kenia producen más profesores de los que puede emplear el Ministerio de Educación (especialmente considerando sus salarios), por lo que hay profesores graduados esperando conseguir un puesto en el sistema estatal, y que están disponibles para el experimento.

Los investigadores hicieron un experimento para verificar la hipótesis de que era el tipo de contrato el que daba los buenos incentivos y quedaron muy contentos con los resultados. A muy bajo costo podían mejorar el rendimiento de los niños, usando contratos en el que los profesores podían ser despedidos. Así, hace dos años recomendaron la adopción general de este tipo de contratos.

El gobierno keniano los escuchó y decidió hacer  un nuevo experimento en colaboración con los investigadores. En el nuevo experimento, el Ministerio contrataría algunos profesores bajo el esquema de contratos renovables y se contrastaría su rendimiento con los que obtenían otros profesores contratados por los colegios manejados por ONGs en los que se había hecho el experimento anterior. A diferencia del caso anterior, los resultados fueron desastrosos: los profesores contratados por el Estado bajo la modalidad renovable hicieron una huelga y consiguieron que el Estado prometiera que los contrataría en forma normal al cabo de dos años.

El rendimiento de los alumnos en los colegios estatales, pese  los contratos, fue tan malo con los profesores bajo el contrato estatal tradicional. En la muestra de colegios de control, manejados por las ONG, nuevamente se observó un dramático aumento en el rendimiento con la contratación de profesores adicionales. La conclusión: no es el tipo de contrato, sino que sea una NGO la que maneja el programa lo que hace la diferencia, Esto significa que por interesantes que sean los resultados, la experiencia del experimento no se pueden escalar a nivel nacional. En este caso, el experimento recomendó una política que no podía aplicarse. Este es un riesgo de los experimentos de campo, como se los llama: su realismo puede no ser tal.

Lealtad mal entendida

R. Fischer

Una de las cosas que aprendemos desde niños es que acusar es malo, y que hay pocas actos que son peores. En los colegios, los niños están dispuestos a contar las travesuras de sus compañeros, pero no a dar los nombres, incluso cuando no hay ningún interés de los padres en transmitir la información a la dirección del colegio. Si algún compañero de oficina rompe la ley, nadie se atrevería a acusarlo (salvo una excepción que se verá más adelante). Incluso puede ser mal visto cuando los vecinos acusan ruidos molestos provenientes de una fiesta. Parecería a veces que nuestra sociedad es una especie de mafia, donde la omertá (código de silencio) es el valor más apreciado.

Hay una excepción: se puede traicionar a alguien si con eso se ayuda a otro grupo al que la persona pertenece. Por ejemplo, un empleado público que pertenece a un partido político puede acusar a otro empleado por alguna falta grave, si éste pertenece al partido rival, sin que la ruina social le caiga encima. En ese caso hay categorías de pertenencia, y a menudo la lealtad al partido político puede pasar por encima de la pertenencia de ambos al sector de empleados públicos. Esto es particularmente obvio en el caso de los parlamentarios, que tienen pocos complejos con acusarse mutuamente de delitos o faltas que si fueran ciudadanos comunes serían consideradas delaciones inaceptables (lo grave es la acusación, y no la falta, que se excusa más fácilmente).

¿Porqué se me ocurrió este tema? El origen viene de pensar en la delación compensada en los casos colusivos en Chile. A menudo, los empresarios que pertenecen a carteles de grandes también forman parte de los mismos círculos sociales, por lo que si uno delata a otro para reducir su castigo, podría ser desterrado socialmente (el inglés es mejor: ostracized), lo cual tiene un costo personal elevadísimo. En esas esferas, el castigo máximo es lo suficientemente pequeño –US$30 millones– para que se considere que el acusado en un caso de colusión debería aguantarse y arriesgarse a tener que pagar, y no denunciar a sus socios en el cartel.

Esa no es la única causa por la que los carteles no se denuncian, pese a nuestra recién reformada ley de competencia. También está la doctrina de los Fiscales (no el Fiscal Nacional Económico, sino los del crimen) que buscan sanciones penales por el delito de cartel, y no aceptan la delación compensada. Dado que confesar puede llevar al confeso a la cárcel, éste tiene pocos incentivos para hacerlo, aunque con ello salve a su empresa de la ruina.

Si pertenecer a un cartel tuviera una pena aflictiva, y si ésta pudiera reducirse o eliminarse mediante la delación de otros participantes, es probable que habrían más delaciones. Es socialmente más aceptable –aunque acaso  solo un poco– traicionar por evitar la cárcel que traicionar por dinero. Además, al ser el castigo más costoso para el empresario que perder una multa en dinero, los incentivos directos a delatar son mayores.

Es interesante notar que en los Estados Unidos la delación es más aceptada. Por ejemplo, en la Universidad de Virginia, si un estudiante copia, y alguien lo advierte y no lo denuncia, es a su vez culpable. El castigo, si se demuestra que no acusó debiendo hacerlo, es ser expulsado de la universidad por un tribunal formado por estudiantes, con fiscales y defensores, y con un jurado que decide la suerte de ambos acusados.

Mi sistema de impuestos

R. Fischer

Como un ejercicio intelectual ¿Cuál es el sistema de impuestos que me deseo? No pretendo un sistema ideal, sino la mejor combinación entre los objetivos y la posibilidad de cumplirlos. Además, no soy un especialista en economía tributaria, así que tal vez cometa errores de principiante.

Primero algunos criterios: 1. evitar la perpetuación de grandes desigualdades, 2. proveer incentivos, 3. generar recursos, 4 justicia horizontal y vertical (es decir, que personas que ganan lo mismo no paguen distintas cantidades y que las personas que ganan mucho en poco tiempo no paguen más que personas que ganan menos pero por mucho más tiempo, siendo el valor presente de lso dos ingresos el mismo).

Para evitar la perpetuación de las grandes desigualdades, impondría un impuesto muy elevado a las grandes fortunas (y gastaría muchos recursos para fiscalizar esta medida, que me parece de gran importancia para la sociedad). La idea es que al crearse fuentes de poder hereditarias –y el dinero en grandes cantidades es una fuente de poder– la democracia se debilita. En ese sentido estoy con Warren Buffet, quién donó la mayor parte de su fortuna (probablemente el 95% o más) y todavía le dejó mucho más a los hijos de lo que podrían gastar en una vida de lujo.

No estoy pensando en el empresario mediano, con una fortuna moderada, en los digamos pocas decenas de millones de dólares –dónde no haría cambios importantes respecto a las leyes actuales–, sino en que tiene diez o veinte veces más. También daría la oportunidad de conmutar la muy alta tasa de impuesto a la herencia que propongo por una donación filantrópica (casi) sin restricciones de monto. No se trata de un impuesto para generar recursos, sino uno cuyo objetivo es evitar la perpetuación de fortunas que pueden tener influencia política excesiva. Un empresario exitoso todavía podría disponer de su fortuna dándosela a una universidad, museo o alguna otra actividad que le interese, lo cual significa que sus incentivos no se verían demasiado afectados. Entre paréntesis, acabo de un artículo en el Financial Times que muestra que Larry Summers tiene la misma preocupación por la creación de dinastías:

«When there are more and more great fortunes being created and the government is in larger and larger deficit, it is hardly a time for the estate tax to be eviscerated With smaller families and ever more bifurcation in the investment opportunities open to those with wealth, there is a real risk that the old notion of “shirtsleeves to shirtsleeves in three generations” will become obsolete, and those with wealth will endow dynasties.»

Mantendría la actual situación de tributación de las empresas (hablo del principio, no de la tasa) en que no hay doble tributación de los dividendos. Me parece que así se mantienen mejor los incentivos y no se crean empresas con mucha deuda, para evitar pagar dividendos sujetos a doble tributación. Lo que cambiaría es el actual sistema de fiscalización, focalizándolo en los gastos de los empresarios para sus usos personales. Esta me parece una de las formas más claras de desigualdad horizontal en los impuestos ya que una persona que recibe un ingreso por su trabajo y otro que percibe lo mismo y gasta a través de su empresa reduce muchos sus impuestos. Tendría castigos muy importantes a este tipo de fraude tributario. Cre oque esta medida permitiría aumentar sustancialmente los ingresos por impuesto a la renta sin cambiar las tasas.

Introduciría un impuesto a los dividendos pagados a través de empresas en estructuras piramidales. Es decir, impondría un impuesto a los dividendos recibidos por una empresa cuyo único activo son papeles de una empresa aguas abajo (ver la figura). Esto reduce los incentivos a las estructuras de control corporativas complejas en que un propietario con pocos derechos económicos (posesión directa de acciones) controla una empresa. En los Estados Unidos las eliminó casi por completo con un impuesto de este tipo hace muchas décadas.

Mantendría un IVA como el actual, pues genera muchos ingresos y es difícil evitarlo. No exluirí a más sectores (libros por ejemplo) pues al excluir sectores es muy fácil la evasión y se producen variadas distorsiones. En principio, creo que preferiría ampliar la aplicación del IVA incluso a los sectores excluidos actualmente, para reducir la evasión. Como contrapartida, se podría bajar la tasa general.

A fin de promover la igualdad de impuestos horizontal, ampliaría el espacio de ahorro previsional voluntario de tal manera que el primer año de uso el monto excluido de impuestos pueda ser un porcentaje muy elevado del ingreso de la persona, reduciéndolo a medida que pasan los años en que usa el beneficio. La idea es que si una persona tiene un año muy bueno, pero sabe que sus ingresos futuros serán menores, no deba pagar a una tasa mayor que otra que tuvo ingresos más estables. Estoy pensando en un futbolista, que tal vez tuvo ingresos muy altos por unos años, pero luego casi no tener ingresos. el futbolista tuvo que pagar un 40% de su ingreso como impuesto durante esos pocos años y en total pagaría más impuestos que la persona de ingresos más estables. Esa persona podría ahorrar mucho los primeros años, excluyéndolo de impuestos, y luego gastaría esos ahorros en su períodos más flacos, pagando una tasa mucho menor. Asi, su tasa promedio no sería demasiado distinta de la de una persona que tiene ingresos bajos pero más estables.

Creo que se me olvidan algunas cosas. Sin embargo, salvo por el impuesto a las herencias, y el que aplicaría a los dividendos entre empresas, solo perfeccionaría lo que ya existe, especialmente la fiscalización del gasto personal a través de las empresas, la mayor fuente de evasión, me parece. Entre paréntesis, no tengo problemas con que las pérdidas acumuladas de una empresa sean usadas como descuento de impuestos de otra: la primera pagó impuestos pese a tener pérdidas y por eso comprarla sirve para descontar impuestos de una empresa con ganancias. En resumen, no haría cambio radicales en la lógica de los impuesto actuales, aunque claro, siempre se pueden cambiar algo las tasas sin tener demasiados efectos sobre los incentivos.

Valor de La Polar

R. Fischer

Dependiendo de cómo se calcula el valor de su cartera de deudores luego de limpiarla de los efectos de las renegociaciones sin consentimiento, el valor de La Polar es positivo o negativo, pero en ambos casos, cercano a cero. Es decir, si consideramos deudas y activos, las acciones de la empresa deberían valer cero o muy poco, mucho menos de los $500-600 que valen actualmente. Sin embargo, parecen haber empresarios importantes que han invertido fuertemente en la empresa. ¿Cómo se explica este hecho?

La respuesta es que para los acreedores (bancos tenedores de bonos y valistas) el valor de la cartera de deuda de La Polar es mucho menor si La Polar cierra. Los acreedores tendrán que realizar el cobro de la cartera de deudores o traspasarlo a otra empresa para que lo haga. Este proceso será lento y caro, y los deudores de la Polar tendrán pocos incentivos a pagar, por lo que la tasa de recuperación de créditos será baja. Si ingresa un controlador que negocia con los acreedores, recordándoles que a ellos les conviene que la empresa no quiebre. El nuevo controlador podría requerir que para que eso no ocurra, los acreedores tendrán que aceptar un haircut de un 20-30% en el valor de sus acreencias. Si el haircut es menor que los que los acreedores esperan perder si la empresa cierra, estarán dispuestos a aceptar la oferta.

En principio, se podría obtener el valor del haircut esperado a partir del valor actual de las acciones. Dado que las acciones no deberían valer (casi) nada salvo por el haircut, al valor agregado de la empresa es el valor del haircut, más un valor de opción por la posibilidad de su recuperación futura bajo un nuevo controlador.

Agregado posterior: Es interesante constatar que las acciones de La Polar valen más mientras menos puedan recuperar los acreedores en caso de quiebra.

Evaluación de la calidad de los investigadores II

Ronald Fischer

Esta es la segunda parte de la serie sobre evaluacíón de investigadores.

Los objetivos de un proceso de evaluación

Para atacar las dificultades de la evaluación, se pueden aplicar los objetivos que desea conseguir la unidad académica como una guía para diseñar el proceso de evaluación Como un ejemplo, en la FCFM estos objetivos son:

  1. Calidad de la investigación.
  2. Relevancia del tema, por lo que temas muy específicos deberían tener menos interés.
  3. Evaluación comparativa con instituciones que deseamos emular.
  4. Impacto de la investigación en la ciencia y en el medio.

El primer punto permite descartar métodos de evaluación que se dedican solo a contar trabajos publicados en revistas, sin importar su calidad. Un sustituto ha sido utilizar algún umbral mínimo para que la publicación sea considerada, como por por ejemplo, que la revista sea ISI. El problema, cada vez más reconocido, es que hay muchas revistas ISI de muy baja calidad, y un capítulo en un libro de una editorial importante, o en una conferencia de primer nivel puede ser mucho más valioso que artículos publicados en revistas ISI.[2]

Un segundo punto consiste en reconocer que algunas investigaciones son en temas con un ámbito muy reducido (incluso a nivel mundial). Son temas de interés para unos pocos especialistas, todos relacionados entre sí por lazos de coautoría o simplemente por solidaridad de grupos pequeños. Por mucho que sean fértiles en publicaciones y se citen mutuamente, son trabajos que no tienen mayor impacto, acaso porque la subárea perdió interés para los investigadores de primer nivel. Por lo tanto, la evaluación no puede circunscribirse solo al estrecho círculo de los investigadores cercanos al área, sino que debe evaluarse con una perspectiva más global del área ciéntifica.

Un tercer punto es que la evaluación debe comparar al investigador con el estándar del área. Por ejemplo, si la ambición de la FCFM es estar entre los 100 lugares más importantes en una determinada disciplina, nuestros investigadores deberían ser comparados, en términos de productividad, con los investigadores en las universidades ranqueadas 90-110 en la disciplina, considerando el momento en el ciclo de la vida académica del investigador que está siendo evaluado.

Por último, el impacto de la investigación en el medio debería ser un factor en la evaluación. Si un investigador consigue introducir cambios en el medio (nuevas políticas, ejemplos de aplicación tecnológica, etc), el valor de sus investigaciones debería ser ponderado por este impacto. Por ejemplo, tener muchos trabajos publicados en un área de poco interés es menos valioso que un nuevo método antisísmico que ha sido adoptado en forma generalizada, independientemente de las publicaciones asociadas.

[2] En algunas áreas, coom las ciencias sociales y la economía, Google Scholar puede ser más útil que ISI para las citas, dado que incorpora su impacto en las políticas públicas.

Empoderamiento del personal

Hace unos días una amiga extranjera, de visita nuevamente, me comentó que una de las cosas que siempre le sorprendía de Chile era la poca capacidad de toma de decisiones del personal subalterno. Había comprado un chip para usar su teléfono extranjero, pero como no le había servido tenía que devolverlo. Para que le pudieran retornar su dinero –la magnífica suma de $5.000– la empresa demoraría dos días, porque debía seguir un proceso administrativo complejo (y seguramente caro para la empresa).

He eacrito antes sobre este problema, que se observa en toda la atención al público y que se extiende a todas las empresas: casi no ha delegación de poder de decisión hacia los cargos inferiores de la empresa. Esto es doblemente malo. Primero, hace que los trabajos sean menos atractivos, lo que genera descontento laboral. Segundo, recarga de decisiones menores a ejecutivos que estarían mejor empleados en otras tareas. Es decir, la productividad laboral es mucho menor debido a esta falta de empoderamiento.

Hay todo tipo de explicaciones sobre las razones de esta mala organización interna de las firmas, pero la mayoría, basada en mecanismos sciológicos, no son demasiado convincentes. La explicación que ofrece este blog es que se debe a una combinación de i) leyes laborales que elevan el costo de echar a un empleado por mal desempeño cuando esto no puede ser evaluado en forma objetiva; y complementariamente, ii) la débil capacidad de la justicia para evaluar casos en los que se requiere criterio.

Para empoderar a los subordinados se requiere otorgarles la posibilidad de tomar decisiones. Para ello, es necesario poder castigar cuando se toman las decisiones equivocadas (especialmente si son reiteradas). De otra forma sería fácil para el empleado de la empresa (de telecomunicaciones,por ejemplo) cometer fraude o ser irresponsable. Es el temor a ser despedido el que hace que el empleado sea cuidadoso en sus decisiones. Pero si no teme ser despedido porque la justicia laboral siempre la da la razón (en Chile, trabajadores despedidos por robar, y registrados en cámaras de vigilancia, han recibido compensación por despido injusto), o porque la compensación de despido es muy atractiva, esa motivación para ser responsable no vale.

Se delega en los ejecutivos debido a que la reputación y las recomendaciones son importantes para ellos. Un ejecutivo despedido por tomar malas decisiones, que apela a las leyes laborales en una forma manifiestamente injusta puede encontrar difícil un nuevo trabajo de buen nivel.

La pregunta de fondo es cuál es el motivo para leyes laborales tan rígidas. La respuesta se encuentra en las deficiencias de nuestro sistema judicial, que es incapaz de ir al fondo de los temas, y se contenta con revisar procedimientos. Por ejemplo, se puede echar las trabajador porque no siguió el procedimiento establecido: para devolver el dinero de la amiga extranjera hay un mecanismo, que de no ser seguido lleva al despido -por causa–.

En conclusión, no critiquemos a las empresas por la falta de empoderamiento de los trabajadores si no les otorgamos la capacidad de despedir trabajadores por razones discrecionales y sin castigo (tal vez habría que hacer excepciones en las localidades con pocas fuentes de trabajo, porque allí los empresarios tienen un poder oligopsonico que no poseen en las grandes ciudades).

Gilda y los bancos de inversión

The Epicurean Dealmaker rechaza la idea de que los bancos de inversión dominan a sus clientes y que éstos hacen lo que los bancos dicen. En su magnífico estilo algo rococó, ED compara a los bancos de inversión con Gilda (Rita Hayworth), que dice en la película:

If I’d been a ranch, they would’ve named me «The Bar Nothing.»

Los bancos de inversión según ED, harán cualquier cosa por atraer a un cliente, pero entre ellos compiten desesperadamente por conseguirlos. Después de todo, es a través de los IPOs y otras transacciones de ese tipo que consiguen (en palabras de ED) las migajas que que alcanzan a rescatar de la torta que se llevan los que promueven la oferta pública de acciones.

Claro que ED se refiere a las tareas tradicionales de bancos de inversión: IPOS, emisiones de acciones, fusiones y adquisiciones, y no a los manejos de cartera propia y otras actividades que son las que causan los problemas que hemos observado recientemente. Hay que leer a The Epicurean Dealmaker.

Mas sobre la distribución del ingreso en los Estados Unidos

Que la distribución del ingreso ha empeorado en los Estados Unidos es bien sabido. Marginal Revolution ha realizado un excelente análisis de las causas.

En parte se debe a que las nuevas tecnologías permiten que las estrellas se beneficien a costa de los demás participantes en el sector: un cantante famoso antes de la globalización tenía acceso solo a mercados individuales en los países. Ahora desplaza a los cantantes de otros países. Un futbolista ahora es famoso no solo en su ciudad o país sino en todo el mundo, y su reputación le permite cobrar más (la idea de la economía de las estrellas es de S. Rosen). Asimismo, las nuevas tecnologías y sus aplicaciones son universales, por lo que acceden al mercado mundial –y rápido–. Así los fundadores de Google o los de Facebook se han hecho billonarios en poquísimo tiempo. Ese tipo de desigualdad parece menos ofensiva: de alguna forma es merecida.

Pero no es solo eso lo que ha creado desigualdad. Una parte importante proviene del enorme aumento en el ingreso del sector financiero. La idea es que esta desigualdad no proviene de la generación de riqueza, sino de un arbitraje que permite realizar apuestas muy rentables por períodos largos pero cuando el sistema colapsa, los costos se socializan. Nada nuevo en el análisis aunque Marginal Revolution lo escribe muy bien.

Pero tal vez la importancia del efecto queda más claro al examinar que parte del aumento en el ingreso nacional se lleva el 1% superior y el 90% inferior de la distribución del ingreso en distintos períodos.

Este fenómeno podría explicar la crisis política en los EE.UU.

Inspecciones en los aeropuertos

Luego del intento de un aspirante a terrorista de introducir una bomba en su ropa interior, los Estados Unidos han cambiado su tecnología de inspección, que es ahora mucho más invasiva. Los viajeros tienen dos opciones: o se someten a un scanner que revela sus partes íntimas (por decirlo de alguna forma) al examinador o se somete a un examen físico en que se manipulan esas mismas partes.

La idea de viejitas e infantes sometidos a esos exámenes, que normalmente serían considerados coom un asalto sexual ha creado mucha oposición. El Financial Times analiza el tema, con una editorial que ironiza con las dificultades del TSA, el organismo que organiza la seguridad interna. La editorial se ríe, como la mayoría de los norteamericanos, de la inteligencia de los inspectores, y de la falta de criterio del sistema y sus operadores. La critíca del FT también se dirige al público, que es el responsable de que el Estado adopte estas medidas, al no desear la posibilidad del más mínimo riesgo. Abajo la parte más sabrosa de la editorial, notable por la ironía. Es especialmente buena la frase en itálicas (puestas por el autor de este blog):

Compounding the problem is the conscientious dull-wittedness of TSA screeners. These hapless officers are taught to follow procedure rigidly, and they do. Discretion and common sense are not in their script. So grannies surrender their crutches for special screening, and toddlers queue to be patted down.

But again, give the TSA a break. Fidelity to procedure regardless of absurdity is a distinctively American syndrome, not confined to law enforcement or indeed to the public sector. Fear of being found at fault (or sued) and concern to avoid the charge of discrimination have made the United States a nation of stolidly brainless box-tickers. It is a self-inflicted plague of unskilling; the TSA is different only in that it exhibits the disease in an unusually virulent form.

A smarter bureaucracy would value common sense. And a smarter approach to anti-terrorism would shift resources from what is aptly called the airport security theatre, with its attendant affronts and absurdities, to better intelligence-gathering and pre-clearing of passengers. But these innovations require a public that does not insist on new theatrics whenever a terrorist atrocity occurs, and that can accept the tiny yet non-zero risk of attack. Something to think about while standing in line.