Carlos Peña opina que la escasa reacción de la prensa y de los intelectuales a los comentarios de Carlos Larraín sobre la homosexualidad indican que algo no funciona bien en nuestra sociedad. Contra Peña, el hecho que a las pocas horas Larraín haya tenido que desdecirse muestra que ese tipo de exabruptos ya no son aceptables en nuestra sociedad, y que la prensa lo hubiera crucificado si no ponía marcha atrás en forma inmediata. Algo similar ocurre con el caso del embajador Otero, que también ha tenido que pedir disculpas instantáneas por frases que hace algunos años no habrían causado polémica, salvo entre quienes se opusieron a Pinochet. Hemos cambiado tanto, que esas salidas de madre hoy requieren humillantes disculpas express.